En alerta por la gran presencia de furtivos para recolectar setas

Son auténticas brigadas de equipos dispuestos para recoger miles de kilos de setas en las zonas forestales de la provincia, grupos de recolectores furtivos que llegan en muchos casos de zonas en las que este alimento es muy apreciado y alcanza precios que pueden superar los 25 euros por kilo.

Un furtivismo que, en cualquier caso, es doblemente peligroso por esquilmar un recurso que alimenta a miles de almerienses, y por la destrucción que supone una recolección masiva, ya que condiciona en buena medida la presencia de setas para el próximo año.

Operación especial

Esa situación ha obligado desde los primeros compases de la temporada de recolección a poner en marcha un dispositivo especial para poder controlar las actividades en las zonas en las que se concentra la producción.

Los grupos de furtivos, la mayor parte de los cuales se desplazan desde comunidades como Cataluña, Valencia o la vecina Murcia, han madrugado este año y desde el principio de la campaña han hecho acto de presencia en numerosos puntos de las sierras, sobre todo las que albergan pinares. Llegan con furgonetas e incluso camiones para transportar el mayor volumen posible de producto.

Desbordados

El delegado provincial de la Consejería de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio, Raúl Enríquez Caba, reconoce que este año, dada la abundancia de setas, los furtivos están más activos que nunca.

En este sentido, afirma que en estas primeras semanas de la temporada los agentes que cubren la vigilancia de la recolecta de setas “están desbordados, porque están por todas partes”.

Confía en que esa labor de detección del furtivismo dé sus frutos, pero advierte que la distribución de zonas con una elevada riqueza micológica es muy amplia y abarca a gran parte de la provincia. En el poco tiempo transcurrido desde que se inició la época de la recolección ya se han abierto 35 expedientes sancionadores a personas o grupos de personas que han sobrepasado con creces el límite máximo establecido por la legislación, que es de cinco kilos por persona. Hasta ahora se han decomisado ya más de 5.000 kilos de setas.

Preocupación

El problema es de los grupos policiales que se encargan de imponer orden en esta actividad, pero también de los municipios en los que se pueden encontrar las setas. El alcalde de Velefique, Rafael García, explica que este es un muy buen año para los amantes de las setas porque la climatología ha sido generosa en lluvias durante los dos últimos meses “y hay muchas más que en temporadas anteriores”.

Se calcula que sólo en la zona de Los Filabres hay alrededor de 20.000 hectáreas donde se producen setas (en el conjunto de la provincia esa superficie se acerca a las 40.000 hectáreas). En la Sierra de Filabres se pueden llegar a producir en torno al medio millón de kilos “que se venden a una media de entre 6 y 8 euros”, puntualiza el alcalde de Velefique.

Un buen jornal

El alto precio que se llega a pagar en otros mercados más lejanos hace que un recolector con conocimientos pueda llegar a ingresar hasta 600 euros diarios, claro que para ello ha de recoger una cantidad muy superior a la que está permitida por la normativa actual.

La queja de los consistorios de zonas de riqueza micológica es que los furtivos “no respetan las normas, ni en cuanto al límite de kilos permitidos ni al cuidado que hay que tener a la hora de recogerlas”. Una mala praxis en la recolección que “puede destruir las zonas en las que se producen y afectar negativamente a la campaña siguiente”.

Riqueza local

Otra razón más para pedir que el control sea exhaustivo es que las setas son un recurso alimenticio y económico para la gente de los pueblos, que ven amenazada esta forma de conseguir ingresos extra por la presencia de los furtivos que, en no pocas ocasiones, desplazan a los recolectores locales, en algunos casos incluso con actitudes violentas.

De este modo, para alcaldes como los de Velefique o Bayárcal (donde se creó el primer coto micológico de la provincia de Almería), esa fuerte competencia es una preocupación más “porque estamos hablando de un recurso que se produce solo, sin costes, que da un poco de alegría económica a nuestros pueblos, unos ingresos que a muchos sirven de complemento para sus hogares”. Por eso se quejan de presencias “indeseables” como las de los recolectores furtivos y reclaman a las autoridades una actuación contundente para frenar esa invasión.