El pasado viernes nos dejaba, José Mullor Hernández, El Chirivía, segundo de una generación de emprendedores que hoy lidera su hijo de 66 años en corazón de La Rambla con el kiosko que lleva el apodo familiar.
La vida de José El Chirivía pasó junto a su esposa entre cartuchos de garbanzos 'tostaos' con yeso en plena rambla junto al Barrio Alto donde años más tarde nacieron los kiosquillos.
En un bidón recortado y con una escoba iban moviendo los Chirivía el preciado producto que los niños íbamos devorando camino del Cine Monumental o camino del centro.
Muchos militares del Campamento Álvarez de Sotomayor subían a La Parrala (El autobús de Ramón del Pino) con el cartucho de garbanzos en la mano que se hacía imprescindible antes de acudir al toque de retreta.
Junto a José Mullor Hernández que nos dejaba a punto de cumplir los 88 años siempre estaba su hijo que amplió el negocio hasta crear ese kiosco monumental por el que pasan cada día los almerienses.
José Mullor hijo fue un árbitro de categoría nacional y disfrutó del fútbol en su juventud. Su padre no faltaba a tomar un café sentado en la terraza de El Chirivía hasta el último de sus días.
Los Chirivía son una familia muy querida de todos los almerienses y desde LA VOZ de Almería queremos recordar a uno de los grandes impulsores del negocio que se marchó para siempre.
Nada hubiese sido igual en nuestra juventud sin aquellos cartuchos de garbanzos blancos 'tostaos' que mientras los mayores saboreaban con un chato de vino los niños devorábamos camino del cine.
Los Chirivía lloran a uno de sus grandes impulsores y Almería le recuerda con infinito cariño.
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