Las rebajas de las faldas de Terlenka

Por cien pesetas te podías comprar unas camisas o unas faldas de Terlenka

El escaparate de ‘El Blanco y Negro’ en las rebajas de enero de 1969.
El escaparate de ‘El Blanco y Negro’ en las rebajas de enero de 1969. La Voz
Eduardo Pino
07:00 • 21 ene. 2019

Mi madre nos compraba las camisas de Terlenka, aquella fibra sintética que aguantaba la dureza del detergente ‘Tu-tú’ y de las pilas de piedra, cuando en muchas familias todavía no había llegado el progreso de la lavadora. Estaban de moda entonces las camisas con los cuellos grandes que terminaban en pico, que sobresalían por encima del cuello del jersey.




Para las rebajas de 1969, las principales tiendas de ropa de Almería ofrecían sus últimas prendas de invierno a precios irresistibles. Para las familias de clase media con varios hijos el mes de enero era una cuesta de verdad que había que subir a empujones y que en muchos casos se coronaba con éxito gracias al sentido común y a la capacidad de previsión de las madres, que no tiraban toda la casa por la ventana en Navidad y se guardaban un último as bajo la manga que luego sacaban para afrontar las rebajas.




Hace cincuenta años las rebajas se centraban en la calle de las Tiendas y en el Paseo, donde estaban los negocios más competitivos, los que se podían permitir la licencia de apurar más en los precios. Estaba de moda en aquel tiempo la firma de don José Marín Rosa, que reinaba en el número 37 del Paseo desde que en 1966 derribó la vieja tienda para construir un gran edificio con unos grandes almacenes. Durante el tiempo que duraron las obras siguió con su pequeño establecimiento de la calle de las Tiendas y además alquiló un local frente a la iglesia de Santiago hasta que estuviera construido el nuevo edificio. En octubre de 1967 vio cumplido su sueño. Las seis plantas en la esquina de la calle de la plaza constituyeron un acontecimiento en la ciudad, sobre todo cuando se organizaban los primeros desfiles de modelos.




Para las rebajas de 1969, Marín Rosa puso en marcha un eslogan que decía: “Vista a su familia con el presupuesto de una sola persona”.




La competencia de Marín Rosa era entonces El Blanco y Negro de la calle de las Tiendas y el comercio filial que la familia Gómez tenía en el número 12 del Paseo. En aquellas rebajas del año 69 la ropa más demandada eran las faldas y las camisas de Terlenka, que se podían adquirir por cien pesetas. Por quinientas pesetas (tres euros de hoy), te podías comprar un traje de caballero y por trescientas un abrigo de señora.




Las rebajas, que se prolongaban hasta los últimos días de febrero, llenaban de vida el centro de la ciudad cuando casi toda la actividad comercial se limitaba al Paseo y su entorno. Aquel invierno de 1969 las gangas llegaron también a las barracas del Mercado Central. El kilo de patatas costaba entre cinco y ocho pesetas, el de tomates entre dos y cinco pesetas y por treinta duros una familia se podía permitir el lujo de comerse un kilo de cigalas frescas.




Si las tiendas se llenaban de clientes en las rebajas de enero del 69, los cines también estaban completos los fines de semana. La sala Liszt estrenaba ‘El Profeta’, que a petición del público se quedó en la cartelera durante varias semanas. Tuvo tanto éxito como ‘La leyenda del indomable’, que llegó a la pantalla del cine Roma en el mes de febrero. El primer sábado se formaron colas para sacar las entradas y el negocio de Lolica, que estaba enfrente, hizo su agosto sin tener que recurrir a las rebajas. Un chicle costaba entonces dos reales.




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