La puesta en marcha del servicio de atención a personas sin hogar en el Centro Municipal de Acogida dentro de lo que se conoce como baja exigencia, se va a dilatar más en el tiempo de lo que inicialmente esperaba el Ayuntamiento de la capital.
Lo cierto es que estaba prevista su apertura a través de la firma de un convenio con Cáritas pero, finalmente no va a poder desarrollarse con esta entidad y se está trabajando ya con otra institución que realice este servicio aún pendiente, e incluso, que se haga cargo de la Unidad de Calle con la que cuenta el Ayuntamiento.
La intención con la que cuenta la concejal de Familia e Igualdad de Oportunidades, Rafaela Abad, es tratar de alcanzar un acuerdo lo antes posible de forma que “en este primer trimestre del año” se pueda poner en funcionamiento el servicio en el Centro de Acogida.
Estos servicios son los únicos que quedan pendientes de poner en funcionamiento desde que se realizara la obra de ampliación de esta instalación.
Las instalaciones de baja exigencia son sencillas y el objetivo con el que cuentan es simplemente que
las personas sin hogar puedan contar con un sitio donde dormir y darse una ducha sin entrar en contacto con el resto de las instalaciones del Centro de Acogida.
Trabajo
Pero el controlar estas instalaciones tiene otra función, la de tratar de una vez que las personas sin hogar comienzan a acudir, generar un vínculo y tratar de que se vayan integrando poco a poco a otros recursos con los que cuenta la administración.
Es precisamente esta segunda parte del trabajo social de estos espacios de baja exigencia los más importantes, y de ahí la vinculación que se está buscando por parte del Ayuntamiento de la capital con la Unidad de Calle.
Hay que recordar que a lo largo del pasado año 2018 el Centro Municipal de Acogida atendió a 1.854 personas, un 6,796% más que en 2017.
Situación
Hay que tener en cuenta que el 54% de las personas que se encuentran acogidas llevan tres o más años demandando ayuda, algo que lleva a los responsables de este servicio municipal a denunciar la “situación de pobreza estructural y no coyuntural” en la ciudad de Almería y que es más extensa ya que aumenta el número de personas y sobre todo, lo que es más preocupante, que los que son pobres lo son con mayor intensidad.
Si el balance se realiza a partir de la ocupación del recinto se han pasado de las 27.437 plazas en 2017 a las 30.048 del pasado año, lo que supone un incremento de las 75 plazas al día se han pasado a 82 plazas diarias ocupadas.
En lo que a ocupación por sexos se refiere, el 73% de los usuarios son hombres, mientras que el porcentaje de mujeres atendidas crece hasta el 27%.
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