Casi el 92% de los alumnos de la prisión de El Acebuche que se han presentado a las pruebas han conseguido el título de Educación Secundaria durante los tres últimos cursos escolares.
Pese a este excelente resultado, en el último periodo lectivo 2017/18, el número de aprobados ha ‘descendido’ al 75% respecto a un más que relevante 100% que se registró en los dos cursos anteriores. Y si los resultados han sido ligeramente inferiores ha sido solo por imponderables como los causados por el cierre de cuatro módulos antiguos para su saneamiento y mejora, o la apertura de otros cuatro departamentos, entre otras circunstancias.
Pero todo ello tampoco ha impedido que el Centro de Educación Permanente (CEP) Retamar, el encargado de la educación primaria y secundaria en la prisión almeriense con sus 14 profesores, se haya vuelto a situar durante el último curso entre las prisiones españolas con un mayor porcentaje de alumnos matriculados en sus actividades educativas, superior al 50% del total de internos, que en la actualidad es de 780.
A ello hay que añadir los alrededor de 40 estudiantes de primero y segundo de Bachillerato que reciben clases, durante un día a la semana, por parte de seis profesores del Instituto Provincial de Educación Permanente de Almería, y a la veintena de alumnos que cursan estudios superiores a través de la Universidad Nacional de Educación a Distancia.
Si estos datos pueden ser calificados como impresionantes por cualquiera, sobre todo si se comparan con los de otros centros, tanto penitenciarios como del exterior, los responsables de la prisión se muestran remisos al autobombo.
Objetivos
Juan Carlos Martínez, responsable de la unidad educativa de El Acebuche, tiene muy claro cuales son sus objetivos, después de toda una vida profesional dedicada a la enseñanza en la prisión: “En cierta medida, las cifras, los datos, no nos importan. Nuestro gran objetivo, lo que de verdad queremos, es formar ciudadanos que luchen por trabajar en busca de alternativas, que esto les suponga una oportunidad para cambiar cuando alcancen la libertad. Si logramos que los alumnos adquieran una capacidad para formarse, habremos conseguido algo, si no, solo tendrán un título. Pensamos que si los resultados y los porcentajes son buenos, es porque se hacen las cosas de una forma determinada, encaminada a una constante búsqueda de la calidad”, expone.
Estas palabras pueden resumir la filosofía que impera en la forma de impartir la enseñanza en El Acebuche desde hace más de tres décadas, una manera de entender el proceso educativo de la que Juan Carlos Martínez es artífice fundamental, como destaca el director de la prisión, Miguel Ángel de la Cruz.
Martínez explica que la línea de trabajo se dirige, en definitiva, a “educar para la libertad” y esto no se consigue, a su juicio, con la mera transmisión de conocimientos. “Muchos de nuestros alumnos han fracasado en sus diferentes etapas educativas, por lo que no les podemos ofrecer el mismo modelo que recibieron”. De ahí a que reconozca que toda su vida profesional haya transcurrido en un proceso continuo de “investigación” para ofrecer una educación en valores, una educación “en contacto permanente con el alumno en los módulos, caracterizada por la total apertura de las aulas y la cercanía, de forma que los internos lleguen a entender que son partícipes de su educación, que la educación merece la pena, lo que les dá ánimos para ir a clase todos los días”.
Además de tener la posibilidad de realizar un sinfín de actividades extraordinarias, los alumnos de la cárcel disponen , entre otros servicios, de ordenadores en todas las aulas y de una red interna por la que pueden acceder a todo su material y a más de 15.000 libros.
Referente
Estas líneas de actuación han llevado a la prisión a ser uno de los referentes nacionales y modelo a seguir en el ámbito educativo. Y vienen a explicar los elevados índices de participación. También explican los reconocimientos obtenidos los últimos años, como el de Centro de Convivencia Positiva.
“Juan Carlos y su magnífico equipo han conseguido que la prisión cumpla a la perfección con uno de los pilares básicos, la educación, para lograr la reinserción social, marcada por la Constitución como función fundamental del sistema penitenciario”, concluye Miguel Ángel de la Cruz.
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