“Cuando tenía trabajo y estábamos en plena crisis, pasaba por delante de gente que buscaba un empleo y nunca pensaba que me podría tocar a mí estar en esa situación”. Era el año 2011. Llega a la entrevista mostrando su timidez y educación pero “con ganas de contarte esta historia”. Recién afeitado. Pantalón, camisa, jersey y un chaleco que le sirve como abrigo. “La ropa que llevo me la han dado”, explica. Pero se sienta con la entereza del que se ve inmerso en una guerra por la dignidad. Por recuperar una forma de vida que, probablemente, nunca será igual a la de hace unos años.
Volvemos a la frase del inicio de la desdicha de Antonio Sánchez Herrada. De este almeriense, de 51 años, que ha vivido los últimos tiempos “en días grises”. Un pensamiento de que algo, que está pasando a miles de personas, no puede llegarte a ocurrir a tí “cuando llevas una vida normalizada”, pero que acecha a la vuelta de la esquina. Que llega sin avisar y que hace que te conviertas en un luchador.
Más obstáculos
Desde entonces, hace ya ocho años, Antonio busca trabajo. Y desde entonces, la vida le ha enseñado cómo puede llegar a tratarte sin que tú estés preparado para una carrera, de largo recorrido, llena de obstáculos.
A la falta de empleo, y por tanto de ingresos económicos, a Antonio se le fue sumando un notable deterioro físico. “Ha habido veces que he llegado a comer macarrones diez días seguidos, o arroz con aceite de girasol para poder darle algo de sabor...”. Ni frutas, ni verduras, ni pescado, ni carne. Una falta de alimentos que le produjo la pérdida de prácticamente todas las piezas dentales superiores. Otra batalla. “No podía comerme ni un bocadillo. Lo tenía que mojar en agua para poder comer... porque no tenía dientes. Me tapaba la cara para que no me vieran así y me dejé barba para que no se notara el hundimiento que yo veía en mi propio rostro”. “Es duro llegar a ver que o comes o tienes que pagar la factura de la luz. Y eso a mí me ha pasado”, recuerda emocionado. Antonio, que ha trabajado como vigilante de seguridad o como conserje porque “me gusta trabajar de cara al público” le afectan “todos los males”. Parado de larga duración, mayor de 50 años, sin una titulación... “al final se junta todo”, lamenta.
Su llegada a Cruz Roja
Por eso se acuerda de Francisco Velarde, que desde los servicios de Andalucía Orienta le habló de Cruz Roja. Allí era probable que pudieran ayudarle. Y allí fue Antonio. El trabajo que hacen desde Cruz Roja, con Antonio o con cualquiera de sus usuarios en estas circunstancias, pasa por un análisis previo de la situación.
Verónica Carrilo, del Departamento de Familias en Riesgo Social, nos lo explica. “Nosotros ayudamos a esas familias que sufrieron un grave impacto en sus hogares con la crisis”. cada circunstancia es, lógicamente, diferente. “Vemos el desconocimiento de muchas familias a la hora de pedir ayuda. Como no estaban acostumbradas a pasar situaciones de vulnerabilidad no saben como hacerlo”. Así que se ponen manos a la obra “y hacemos un plan de intervención, detectando las carencias y necesidades que puedan tener y después de verlo, hacemos un plan flexible que se adapta a cada situación”. Verónica Carrillo recuerda cuando llegó Antonio. “Entró al Departamento y miraba al suelo porque decía que no estaba bien, así que lo primero que le dije fue: vista al frente y paso largo”.
Recuperar la dignidad
“Antonio es una persona muy educada y proactiva. nos dedicamos al principio a ayudarle a cubrir sus necesidades básicas. No somos dispensadores de prestaciones, aquí la persona tiene que mostrar actitud. Y Cruz Roja le ha servido de respiro”. Por ejemplo a la hora de poder comer ya que le ha ayudado “con los cheques de múltiplos de 50 euros para comprar en el supermercado”. Gracias a las colaboraciones de empresas privadas Antonio ha visto como su aspecto físico ha cambiado. Es el caso de la Clínica Dental Escribano que se ha hecho cargo de su reconstrucción dental.
Antonio relata sus últimos años. Cómo ha ido cambiando y cómo, a pesar de los pesares, afronta los días con ganas de cambiar su rumbo. Pide a las administraciones que “se paren a pensar en la cantidad de gente que está sufriendo” y asegura que ahora “recuperado su dignidad”. Explica que “si no fuera por Cruz Roja no sé cómo podría haber terminado yo. Se involucran contigo y te ayudan. Aquí hacen un trabajo que es digno de conocerse...”. Sigue en la lucha, en la carrera de obstáculos. En ese largo trayecto. Y ahora, como antes, sigue buscando trabajo.
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