La fruta también se vende por whatsapp

Manu Gacía, el frutero de la calle Real, ha puesto en marcha un servicio de venta por el móvil

Manu García ha aprovechado el tirón del whatsapp para hacer más rentable su negocio.
Manu García ha aprovechado el tirón del whatsapp para hacer más rentable su negocio. La Voz
Eduardo D. Vicente
18:47 • 23 feb. 2019 / actualizado a las 07:00 • 24 feb. 2019

Cualquier método puede ser bueno si sirve para ganar un cliente. Este es el lema al que se ha agarrado Manu García, el frutero de la calle Real, para ampliar la rentabilidad de su negocio. En su afán de ser más competitivo y de llegar a más gente, no se conforma con que su tienda y sus precios sean atractivos ni con montar un escaparate vistoso. Ha querido llegar un poco más lejos, llevar su negocio hasta la intimidad de sus clientes, que todas las mañanas, mientras usted esté en su casa preparando el desayuno ya pueda saber que el tendero ha traído cuatro cajas de naranjas o un saco de patatas a buen precio o que ya han llegado las primeras cerezas de esta temporada.



Manu quiere llevar su fruta y su verdura por el camino más corto hasta sus parroquianos, por lo que ha decido establecer comunicación directa con ellos a través del teléfono móvil y del sistema de whatsapp. Ya nadie tiene la obligación de desplazarse a su tienda a comprar, es suficiente con mandarle un mensaje para que el vendedor le prepare el pedido y lo sirva a domicilio. “Es una realidad que la gente tiene cada vez menos tiempo para pasarse por la tienda. Yo ofrezco la oportunidad de poder comprar en cualquier momento y desde cualquier lugar, hasta desde el trabajo. El cliente no tiene nada más que mandarme un whatsapp con la nota y ponerme la hora en la que tengo que entregarle el encargo”, explica el tendero.



Manu García es un joven con ganas de trabajar y con la ambición de innovar para poder ser más competitivo en un mercado, el de la fruta y la verdura, que vive anclado a las viejas normas. Ahora trabaja por las mañanas en la frutería de su madre y como es consciente de la rentabilidad de internet, no ha dudado en utilizar el sistema para mejorar, si es posible, su propio negocio. 



Hace treinta años las tiendas de barrio tenían un público mañanero compuesto de forma mayoritaria por mujeres que iban a la tienda más cercana, al tendero de confianza, cumpliendo con un ritual que se repetía a diario. Hoy las madres trabajan y a la tienda se va deprisa, con los minutos contados.



“Las formas de vida han ido cambiando, ya no ocurre como hace años cuando la gente tenía más tiempo libre y podía venir por las mañanas y tirarse media hora en la tienda. Ahora todo va más deprisa y es más cómodo darle a un botón y escribir cuatro palabras en el teclado”, asegura.



Él sirve a domicilio con una única condición: que los pedidos superen los quince euros. Lógicamente, no se va a desplazar a un domicilio particular para llevar una cabeza de ajo o una carterilla de azafrán. “Mi idea es facilitarle a la gente la compra: me mandan un whatsapp y yo les llevo en bandeja el pedido para toda la semana. Es un método cómodo que además les permite no perder ni un minuto en la tienda”, comenta. Manu García ha aprendido el oficio de su madre y aunque le gusta el arte de la venta y el contacto con el público, no se toma el negocio como una profesión de futuro. Su verdadera vocación es la música y a ella dedica casi todo su tiempo libre. Su jornada empieza todos los días a las seis y media de la mañana. Hay que madrugar para poder llegar pronto a las alhóndigas y elegir la mejor mercancía. Hace cuarenta años, los tenderos eres los reyes del madrugón, ya que a la seis se abría la vieja alhóndiga y había colas delante de los puestos. 



Antes de las nueve abre la tienda y allí transcurre su jornada hasta las tres de la tarde. Almuerza, se ducha, se cambia de ropa y nace un Manu distinto. Una vez que aparca al frutero le sale la vena artística y aparece en escena el cantante, el compositor, el joven con ganas de comerse el mundo que ha lanzado al mercado su primer trabajo y una canción titulada ‘Casi sin querer’ que está sonando mucho en los medios digitales. “La están poniendo los domingos en el estadio cuando juega el Almería y el vídeo clip está teniendo bastante buena acogida”, explica.



Si vivir de una tienda de barrio es una tarea complicada en los tiempos que corren, con tanta superficial comercial, tampoco es fácil abrirse paso en el saturado universo de la canción, donde hasta debajo de una piedra sale un aspirante a ser estrella. Manu García tiene claro la dificultad del terreno que pisa, pero mantiene la ilusión intacta viendo la respuesta de la gente y la buena acogida que su grupo, la orquesta Pentagrama, sigue teniendo cada verano cuando inicia la gira por todos los pueblos de la región. Él es un músico moderno forjado a la vieja usanza, en esa universidad infalible de las orquestas de bailes populares donde además de ir aprendiendo los secretos de la profesión se gana un sueldo para seguir viviendo.


El penúltimo frutero de la calle Real

Manu García trabaja en la tienda de su madre. Son los últimos fruteros que quedan en la calle Real, un escenario que en otro tiempo estuvo lleno de negocios, pero donde ya no sobreviven nada más que bares. La frutería familiar está situada en los soportales que existen junto al cruce de las Cuatro Calles, enfrente de la panadería de Diego. Como los negocios de barrio, su secreto es el trato cercano.



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