En una ciudad en la que parte de su Casco Histórico se encuentra en remodelación, en la que la intervención privada y pública se está multiplicando en los últimos tiempos, el encontrarse con un espacio acotado por una excavación arqueológica -de mayor o menor importancia- se está convirtiendo en algo habitual.
Poco a poco, aunque no está siendo tarea sencilla, la aparición de restos arqueológicas que ayudan a conformar el puzle de la historia de la ciudad está pasando de ser un problema a ser una oportunidad, pero bien es cierto que aún falta una mayor cultura del cuidado de este patrimonio.
Por ejemplo. Hace unos días desaparecían unos bolaños medievales que se encontraban en un jardín privado en la zona de La Hoya. Lo hacía justo antes de que comenzaran las obras y los estudios arqueológicos. Bien es cierto que todo apunta a que estos bolaños no han ido muy lejos y que están localizados, pero se volatilizaron sin control de la administración, ni Junta de Andalucía ni Ayuntamiento se percataron, y fue un particular quien se llevó un bien patrimonial.
A pesar de que estos bolaños, y por ende todo el material patrimonial que pueda aparecer, ya sea en una excavación o que estén a simple vista, aunque sea de una forma casual, cuenta con protección y no son propiedad de quien lo encuentra y ni mucho menos, nadie puede llevarse a casa un bien de este tipo.
Según explica la Policía Autonómica que es la que vela por el cumplimiento de la ley en materia de patrimonio, aquel que encuentre de forma casual un yacimiento arqueológico o un elemento patrimonial tiene la obligación de comunicarlo en un plazo de 24 horas o bien a las autoridades competentes -Ayuntamiento o Cultura- o bien a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, que harán lo propio.
En caso contrario, podrían enfrentarse a una sanción administrativa. Si se incumple sin causa justificada y no se comunica, se considera una infracción grave que puede conllevar sanciones de entre 100.000 y 250.000 euros. En el caso de que se comunique pero fuera de tiempo, la sanción sería leve y puede suponer una multa de hasta 100.000 euros.
Hay que tener en cuenta, y en ello insiste la Policía Autonómica, que cuando se produce un hallazgo lo que hay que hacer es fotografiar la pieza, sin cogerla ni manipularla, y comunicarlo. Y es que, si se cumplen estos requisitos hay premio. La normativa recoge a modo de indemnización un pago tanto a quien lo encuentra como al propietario del terreno.
Expolio
No se puede perder de vista que en el caso de que se lleven una pieza patrimonial de un yacimiento arqueológico, aunque sea un pequeño trozo de cerámica, puede llegar a ser considerado expolio por lo que, habría que pensarlo dos veces.
Pendientes de estas situaciones se encuentra la Policía Autonómica, que también ostenta las competencias en materia de medio ambiente, que en los últimos cinco años reconocen que en su trabajo han localizado en la provincia casi medio centenar de yacimientos que no se encuentran catalogados y que en muchos casos, al estar situados en pleno campo, son de difícil control, lo que ayuda a que sean demasiados los que decidan llevarse piezas.
La investigación de estas investigaciones se pueden realizar bien de oficio bien a través de una denuncia. Cuando se localizan las piezas se procede a la intervención de las mismas, en muchos casos se decomisan y se trasladan a los centros museísticos adecuados, y en otros, se dejan en el lugar donde se ha encontrado a modo de depósito mientras la administración competente, la Delegación de Cultura en este caso, tome una decisión sobre su futuro.
Cuidado
Más allá de que haya gente que aprovecha su paso por zonas en excavación para llevarse restos. Lo cierto es que también hay que contar con que no todos los yacimientos se encuentran en las condiciones de mantenimiento que deberían.
De hecho, en las obras en calle Pósito, los restos de la casa nazarí que han obligado al Ayuntamiento a modificar el proyecto original, se encuentran al aire, con restos de basura, y con un vallado bastante deficiente ya que cuentan con una valla normal al revés como uno de los cierres con el riesgo de una posible caída.
En la calle Almanzor los restos también están al aire, y el vallado es casi inexistente en el límite con la calle, más allá de un cordón de plástico.
Eso sí, la responsabilidad de entrar en ellos o no, es de cada uno.
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