Dijimos que la construcción del monasterio se desarrolló a lo largo de los siglos XVI y XVII. Lo útimo en acabarse fueron los claustros y la iglesia. La portada, humilde, pequeña, de ornamentación barroca, muestra sobre el marco de la puerta un escudo real flanqueado por dos cabezas de león, dos jarras y unos medallones con la luna y el sol.
El la parte central hay una hornacina con una imagen colocada posteriormente. Del interior de la iglesia, nos sobrecoge el bellísimo artesonado mudéjar así como el retablo barroco de madera dorada que preside el altar mayor.
En el centro vemos una hornacina con la imagen de la Purísima, obra de Alonso Cano, que fue colocada allí por las monjitas en 1641.
La devoción de los almerienses a esta imagen es grande; de ahí que el Cabildo concedió permiso a las monjas de clausura para abrir sus puertas la Vigilia de la Inmaculada (noche del 7 de Diciembre) y obsequiar a los visitantes con yemas que ellas mismas elaboran y licores navideños.
Dos veces abandonaron las monjas el monasterio: 1804 (invasión francesa) y 1936 (guerra civil). En 1837 (desamortización) dieron cobijo a las Puras.
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