Es un referente en Almería, y también en Andalucía, en la defensa de los derechos del colectivo LGTBI. Llegó hace veinte años al activismo totalmente “armarizado” y solo con el propósito de conocer gente. Pero lo que oyó, vio y vivió le llevaron a involucrarse. Colega es en buena parte su fruto.
Antonio Ferre vive ahora a caballo entre Almería y Málaga, donde está la sede regional de Colegas, de la que es presidente, lo mismo que de la asociación almeriense. Habla con desparpajo y sin tapujos, pero sabe muy bien en qué punto la incorrección política se asoma al precipicio.
¿Qué dice el último Colegómetro (Observatorio contra la homofobia)?
Que hay que seguir luchando por los prejuicios que tienen nuestros jóvenes. Como el de que la homosexualidad se puede cambiar.
¿Con la información que hay todavía existen esas creencias?
Sí, hay información pero también hay grupos políticos que están tergiversando la actividad que hacemos, diciendo que son subvenciones ideológicas. Los jóvenes lo escuchan y lo repiten.
¿Es que en esos grupos políticos no hay personas homosexuales?
Sí, claro que las hay.
Si la estadística dice que hay homosexuales en cualquier sector, ¿por qué hay partidos que hacen bandera de la homofobia?
Pues mira, hay ciertas cosas que aceptan y otras que no. No aceptan cuando se da libertad a un colegio o al instituto para que se pueda trabajar estos temas, te cierran puertas. Y, sobre todo, nos da mucha rabia que se cuestiona todo lo que sea diversidad sexual, cuando es una herramienta de cambio, lo mismo que la lucha contra la violencia de género. Si en Colega se nos ha distinguido es porque somos una piedra en el zapato, porque le decimos a uno y a otro partido lo que nos gusta y lo que no.
El movimiento LGTBI, lo mismo que el feminista, ¿son de izquierdas?
No, no.
¿O se los ha apropiado la izquierda?
Se ha patrimonializado como si fuera que pertenezca a ciertos partidos pero esto tiene que ser una cuestión de todos y de todas las instituciones. Porque para eso tenemos una Constitución, donde pone que los partidos, el gobierno, fomentarán el respeto… Nosotros somos más del 10 por ciento de la población, creo que se nos tiene que tener en cuenta. El movimiento LGTBI está de moda porque cumplimos 50 años y se están haciendo actividades en cualquier pueblo. Pero no está todo conseguido, y lo estamos viendo con lo último.
¿A qué se refiere?
Pues que ahora se cuestionan las leyes LGTBI o que van a intentar que no se cumplan al cien por cien.
¿Temen que eso pueda llegar a pasar?
Sí, lo tememos. Hombre, en Andalucía no han quitado subvenciones, han dicho que van a dar formación a la policía, que van a hacer temas de coeducación, y que van a seguir con la ley LGTBI aprobada por unanimidad. ¿Lo van a cumplir? Pues por ahora han dicho que sí. Ten en cuenta que ha sido un año con elecciones y la gente no quiere enseñar mucho la patita.
¿Vox puede influir en un retroceso?
A mí lo de Vox me pone, para motivar, porque nos relajamos en la reivindicación.
¿El movimiento LGTBI es un lobby?
No, nosotros no somos un lobby fuerte. Lo podrá ser en Estados Unidos. Lo que sí hemos conseguido el colectivo LGTBI es que a nadie le guste que le pongan la etiqueta de homófobo.
¿Cómo definiría la homofobia, qué es un gesto homófobo?
Es que puede ser desde el pequeño gesto hasta el mayor, que es una agresión física o verbal. Hay cosas que siguen pasando porque hay un falso concepto de que esto ya está superado. Ese falso concepto de por qué orgullo gay y no un orgullo hetero, es que hay que recordar que todavía no estamos en un mismo nivel. Que a nosotros se nos cuestiona, que hay padres y madres que no aceptan la homosexualidad de su hijo.
¿La mayor barrera está en la familia?
Y en el tema laboral. La familia lo que pasa es que es un pilar importante porque si tu familia te apoya y comprende, eso te hace crecer la autoestima, y ya da igual que el que venga de fuera te diga lo que sea. Porque eso sigue pasando. Nosotros hemos tenido a jóvenes que están en casa de familiares o del novio, incluso menores de 18 años. Lo que pasa es que tendría que terminar en una denuncia y no es plato de buen gusto denunciar a unos padres.
¿Algún caso en Almería?
No como denuncia pero hemos tenido que intermediar. Denunciar a un padre no es fácil. Es irte a un centro de menores o a una casa de acogida.
¿Y denuncias por homofobia en el trabajo?
Sí, por acoso. De lo que nos estamos dando cuenta es que hay una gran infradenuncia. La gente se pierde a la hora de denunciar. La policía tampoco está formada. Y luego estamos en el mundo de la inmediatez, y todo el mundo se cree que esto hoy lo echas y mañana ya está, y no. La justicia es lenta y farragosa y eso a veces lleva a que nos calentamos, lo decimos por redes sociales porque nos desahogamos, y también hay casos que no son homofobia. Hay que hacer un poco de filtro.
¿Le gusta la expresión salir del armario?
A mí me da igual. Es una forma de hablar coloquial. Yo creo que no tenemos que perder el norte los colectivos en el discurso, que no olvidemos que el gran problema está en la calle, que es la población, y atenderla, y no autosatisfacernos nosotros. No podemos estar tan a gusto en el centro de Almería, hay que ir a los barrios, a los pueblos.
¿En los pueblos ser homosexual es más difícil?
Es más difícil todavía. Se van dando pasos, se están creando asociaciones en pueblos. Nosotros hemos creado en Berja una sede para atender, para que la gente vaya perdiendo el miedo poco a poco. Ten en cuenta que son 50 años, bastante hemos conseguido, que el matrimonio hace poco no era posible y que hay bastantes países donde por lo menos ser homosexual es legal o no está castigado.
¿La de Almería es una sociedad tolerante?
Con sus deficiencias, pero es una ciudad abierta. Te pongo de comparación dos orgullos. El de Almería, en el que acuden unas mil personas, y el de Jaén este año, con unas 150. Una de dos, o no se está trabajando allí bien el colectivo LGTBI a diario, o en Almería se está trabajando bien. Algo de autoestima también.
Usted lo puso en marcha.
Sí, fue con otro compañero, que a los dos o tres meses lo dejó, y yo, que entré para conocer conocer gente y muy armarizado…
¿Estaba entonces en el armario?
Totalmente. No se lo había dicho a mis padres, lo típico, lo de la doble vida.
¿Es difícil contarlo?
Hombre, cuando tú tienes miedo a lo que digan tus padres, a la presión social… cuando poníamos las primeras mesas los primeros años aquí éramos tres personas. Yo he visto gente entrar con miedo en la oficina y en un año crecer en autoestima y ponerse en una mesa. Yo he sufrido pedradas aquí por los niños en un bajo “venga, a los maricones”. Ahora no lo hacen, te hacen un garabato, las cosas van cambiando. Yo creo que el móvil ha sido el mejor complemento para liberarse el colectivo gay.
¿Por qué?
Imagínate, cuando tú estás metido en el armario, ¿qué haces? ¿le das el fijo de tus padres?
¿Sirve entonces para salir?
Sí. Antes decías, seré, no seré, me está pasando algo, ¿vas a un medico? ¿se lo dices a tus padres que tienen muchos prejuicios y que estos temas de sexualidad en general no se hablan? Porque no se hablan y lo que te dan de información en los colegios es puramente la educación genital o para evitar un embarazo. Hace unos años teníamos que hablar de hábitos saludables para entrar en los colegios, hablar de VIH, de embarazos. Todavía hoy muchos colegios cierran las puertas porque el director no quiere problemas con la AMPA, que son una herramienta poco participativa pero marcan territorio.
¿Hay riesgo de regresión?
Sí, sí, sí. Las nuevas generaciones vienen conservadoras. Por un lado cada vez hay más gente joven, menores transexuales, que lo dicen. Pero cuando me preguntan si hay más homofobia o menos siempre digo lo mismo: es la misma que hace 20 años, solo que antes estábamos más invisibles. El morbo ese de será no será, eso es universal.
¿Ayuda que gente conocida dé a conocer su condición?
Son importantes los referentes y sobre todo si son positivos. Si es un asesino gay pues no (risas). En Hollywood, ¿qué papel hacían las lesbianas y los gays?Los malos, perversos, asesinos…. Sigue existiendo la frase esa de “prefiero que mi hijo sea maricón antes que drogadicto”. Y yo eso lo he escuchado así (chasquea los dedos), de gente muy allegada.
¿Sobre el estereotipo hay más estereotipos? Me explico, hay como un imaginario del gay de alto poder adquisitivo e influencia.
Sí, nos gusta mucho poner etiquetas, incluso dentro de nuestro colectivo hacemos familias y subfamilias. Tenemos los plumíferos; la osa, la velluda, la que tiene barba, la gordita, y tres o cuatro subcategorías. Y luego los pijos alternativos. Es una subcultura la que hay detrás. Igualmente en lesbianas. El tipo de la camionera con el pelo corto, pero también hay chicas muy femeninas y ha hecho falta referentes visibles. Por ejemplo con la Miss Universo canaria, la gente decía, ¿cómo una mujerona femenina súper guapa es lesbiana? Chica, pues sí. Pero no es de hace unos años, había mucha gente antes.
¿A las lesbianas les cuesta más salir del armario?
El colectivo lésbico ha tenido una ventaja y una desventaja. Le cuesta más visibilizarlo. Los chicos, cuando van a compartir piso o de la mano, sobre todo si son mayores, dan el cante. Si son dos chicas, se ve como que son amigas, dos solteronas que viven juntas. Tenemos que aprender también nosotros, el colectivo, a romper mitos y estereotipos.
¿Sigue existiendo mucha gente con doble vida?
Totalmente. Eso ya depende de la coherencia de cada uno y cada una. A lo mejor para relacionarse sexualmente sí le gusta gente de su mismo sexo pero luego por el miedo o por lo que me puede conllevar en el futuro….
… O porque no se aceptan.
O porque me salgo de los cánones, de lo que esperaba mi familia. Yo lo respeto mucho. Pero me da mucha rabia que a veces esta gente es la que pone más trabas a los avances del colectivo LGTBI.
¿No ayudan nada?
O no ayudan nada o se ponen en contra de. Yo conozco a gente que tiene doble vida, que encima luego son políticos y ponen trabas en las votaciones. No lo entiendo.
¿Los conocemos?
No te voy a decir nombres (risas). ¿Quieres que me caiga una demanda? (más risas).
Poner banderas arco iris en los ayuntamientos, ¿es postureo o es avance?
Pues mira, yo soy crítico con eso. Creo que hay mucho postureo. Está bien como gesto de ‘yo soy un ayuntamiento tolerante porque el día del orgullo gay pongo la bandera o doy una charla o firmo una moción y un manifiesto’. Estoy cansado de mociones y de manifiestos. Y ahora hay una moda también de planes municipales. Es como la ley LGTBI andaluza, está muy bien, pero le hace falta presupuesto. Detrás de la bandera tiene que haber un trabajo los otros 364 días.
De esas mociones, ¿cuántas recuerda que se hayan llevado a la práctica?
Pues una que se va a llevar a la práctica después de tres años, aquí en Almería. Es una moción que pusieron verde al PP pero yo en parte le dí la razón. Porque vino una moción de fuera, y ciertos partidos dijeron sí, me pongo la camiseta y apoyo. El primer punto decía esto es gratuito. Pero desde el momento en que vas a designar a una persona para llevar las políticas LGTBI eso ya no es gratuito. Al final se llegó a una moción con cuatro puntos donde el principal era el plan municipal LGTBI, ahora el Ayuntamiento lo va a firmar con nosotros y vamos a hacer el diagnóstico de la ciudad en seis meses.
Intuitivamente, ¿hay barrios peores que otros?
Sí.
¿Por ejemplo?
Pues los de periferia. Es un poco como los pueblos. A lo mejor las encuestas luego nos dan una sorpresa.
¿Hay sinergia entre el movimiento feminista y el movimiento LGTBI?
Sí, hay sinergia, comulgamos y coincidimos en muchas cosas pero hay diferencias. Por ejemplo, en nuestro colectivo hay gente a favor de que se regule la maternidad y paternidad subrogada y eso choca en el movimiento feminista. Aquí hemos hecho unas jornadas en la Universidad y no sabes el boicot que tuvimos. Hay que debatir.
¿Que se legalizara sería avance para el colectivo?
No especialmente. Nosotros apoyamos, pero no es una demanda cien por cien del colectivo, y no es una prioridad. Es verdad que hay un 10 ó 20 por ciento de nuestro colectivo que está en ese tema pero porque la adopción internacional se ha puesto mucho más dura. Y da rabia porque al final no pensamos en los niños y las niñas, preferimos tenerlos en un orfanato.
¿No choca que un personaje como Miguel Bosé, del que se intuía, tenga que llegar a un conflicto de pareja y paternidad para que se sepa?
Hay gente que vive muy bien en la ambigüedad. También le pasó a Jesús Vázquez. Hay cantantes, por ejemplo Poveda, que lo han hecho muy normal, y han tenido incluso insultos por el tema. Eso conlleva que muchos políticos y mucha gente no quieran salir del armario.
Ha comentado un par de veces lo de politicos que no salen del armario…
Sí, porque se cuestiona a lo mejor más, si hace una mala política se le va a criticar más por con quién se acuesta que por las políticas que está haciendo.
Algunos son claramente conocidos…
Bueno, yo de algunos todavía no he oído decir lo soy. Tú sabes por quién va (risas).
Bueno, saber, saber, no, intuyo...
(Más risas)… como tú me tiras de la lengua, pues yo también.
¿Hay politicos almerienses que lo son y no lo han dicho?
Sí….Algunos lo han dicho públicamente, pero otros no. Si no lo han dicho, tendrán sus razones. Y que estén en un partido, además, progresista, progresista, progresista. ¿Por qué no lo hacen público? (breve silencio) Yo creo que por lo que he dicho, porque me van a juzgar por lo que hago en mi vida privada, no por la vida pública.
¿Solo en la izquierda o también en la derecha?
En todos lados (risas).
¿Reconoce la orientación sexual de alguien que no lo dice?
Sí.
¿Y cómo?
Yo creo que los gays nos sabemos reconocer. Pero no es por que tengan más o menos pluma, es por lo que connota, por lo que dice... Yo fallo un poco más en las chicas. Pero en tema masculino no fallo. Hay un dicho: ojo de loca nunca se equivoca. Y es verdad.
¿Está pendiente de escribirse la historia LGTBI?
Se está escribiendo, pero a veces tergiversada. Hay que seguir escribiendo más y más testimonios.
¿Es optimisma con llegar a una normalización?
No me gusta la palabra. Prefiero igualdad o equidad. Soy optimista pero creo que es poco a poco.
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