Es de Valladolid, donde estudió Magisterio. Luego se introdujo en el mundo de la informática mientras trabajaba en varias empresas. En 2003 entró en la Guardia Civil, y desde 2007 está destinado en Almería.
¿Cómo llegas a este mundo de la lucha contra el ciberdelito en la Guardia Civil?
Comencé mi etapa en Policía Judicial hace doce años, especializándome en violencia de género y menores. Luego, con el incremento de la delincuencia tecnológica, empecé a hacerme cargo de investigaciones de pornografía infantil, ciberacoso, violencia de género a través de internet, redes sociales... Y el año pasado pasé a formar parte del grupo que investiga todo tipo de delitos tecnológicos, incluyendo contra el patrimonio: el Equipo de Investigación Tecnológica de la Guardia Civil de Almería, el EDITE.
¿Qué llevan en el EDITE?
Llevamos investigaciones de delitos cometidos a través de medios tecnológicos. Sobre todo las investigaciones complejas. Por ejemplo, una empresa de la provincia estafada a través de la técnica del ‘man in the middle’: se habían infiltrado en sus comunicaciones con su cliente en Reino Unido y su comprador en Francia, y les habían estafado una importante cantidad de dinero. La elevada cuantía económica, y las gestiones entre países, determinó que la investigación se llevara desde la Comandancia de la Guardia Civil de Almería. Con resultado positivo, pues el dinero fue bloqueado en un banco, e identificadas a varias personas implicadas en el hecho.
Claro. Es todo un mundo...
Todos los delitos que se te ocurran pueden ser cometidos por medios tecnológicos. El narcotráfico, que antes se organizaba mediante llamadas telefónicas, ahora se coordina por internet. Y por aplicaciones de mensajería cotidianas, no hace falta irse a la Deep Web. O, por desgracia, la violencia de género. Un agresor puede espiar a su víctima con una aplicación, y aprovechar que ella no lo sabe para acosarla o, incluso, agredirla...
¿Qué consejo darías a los usuarios de las tecnologías?
Es difícil, pues depende del tipo de usuarios, y no es fácil dar un consejo que sirva a todos.
A los padres les diría: aprendamos cómo funciona la tecnología que facilitamos a nuestros hijos. Impliquémonos. No los dejemos desamparados. Cuando cerremos con llave la puerta de casa, no dejemos abierta una ventana en forma de teléfono móvil.
A las empresas: la seguridad de una red es la seguridad de su eslabón más débil, que somos los trabajadores. Debemos formarnos en hábitos de uso seguro, tanto de los ordenadores como de las comunicaciones a través de internet, sin importar el cargo que se ocupe.
Y a los ciudadanos, en general, que sean precavidos, pero sin tener miedo. Que aprendan a convivir con la tecnología, ¡pero en su justa medida!
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