“En algunos colegios creemos que los móviles tienen que entrar en el aula”

Entrevista con Sofía Deza, maestra, reciente Medalla del Mérito Civil por su labor docente

Sofía Deza posa antes de la entrevista en la terraza del Catamarán
Sofía Deza posa antes de la entrevista en la terraza del Catamarán Néstor Cánovas
Antonia Sánchez Villanueva
07:00 • 07 jul. 2019

De familia con raíces en la capital y en Carboneras, se crió en El Ejido, donde su madre ejercía de maestra, profesión también de su padre. Desde hace dos décadas lleva de la mano el ejercicio de la docencia con la investigación en este campo, del que es una apasionada. El Rey le impuso hace unos días la Medalla del Mérito Civil por su desempeño innovador en la enseñanza. La directora del CEIP Clara Campoamor, Sofía Deza Caparrós, es una profesional muy conocida y respetada en el mundo de la docencia. No solo enseña y dirige el centro, también, desde hace 15 años, forma parte de grupos de investigación. 




 Cierre los ojos... ¿qué emoción le vino al recibir la Medalla al Mérito Civil de manos del Rey?



 Lo primero que pensé fue en mis abuelas. 



 ¿Por qué en ellas?



 Porque han sido dos mujeres muy luchadoras por que sus hijos y sus hijas estudiaran y no tuvieran dependencia económica de quien tuvieran a su lado. Y tuve muy presente todo el trabajo que han hecho mi madre, mi padre y todos los docentes, el reconocimiento a la enseñanza pública.



 Con padre y madre docentes, ¿estaba predestinada?



 No. A mí la vocación me llegó después. Yo quería ser médico. Lo que sí tenía claro era dedicarme a ayudar a las personas.



 ¿Y qué pasó en ese camino de querer ser médico a la docencia?

 Las circunstancias familiares te hacen cambiar y al cambiar me di cuenta de que realmente esto es lo que quería hacer. 


 ¿Entre los enseñantes predominan las vocaciones o hay muchos que entran como medio de vida?

 Para dedicarte a la enseñanza te tienen que gustar los niños y las niñas. Y te tiene que gustar enseñar, no es una profesión que  puedas decir voy, trabajo y me olvido, tienes que vivirla, tiene que ser una pasión porque, si no, pronto te ennegreces.


 ¿Un mal maestro en una etapa clave condiciona el futuro de una persona?

 Totalmente. Te puede condicionar para mal y  te puede condicionar para que tu vida sea muchísimo mejor. Y también influye si un niño necesita más atención. Maestros y maestras de niños con capacidades podemos ser cualquiera, coges un libro de texto, leemos y hacemos actividades. Pero un buen profesional se ve con ese niño o niña que tiene dificultades o que son capaces de atender a esa diversidad que tenemos en las aulas. Tú puedes potenciar esa capacidad  o puedes mermar y esconder a la persona que cada uno llevamos dentro.


 ¿Los mejores alumnos pueden ver limitada su excelencia por compartir aula con niños con dificultades? 

 Para nada. La diversidad enriquece. Ahora, si esa diversidad y esos centros que atienden la diversidad tuvieran los mismos recursos que los centros que, entre comillas, las familias eligen, y  los mismos presupuestos, ya te digo yo que la riqueza que tiene la diversidad de alumnado no es la excelencia.

Además, la excelencia ¿en qué?..


 Quizás en las notas. ¿Las notas son importantes?

 Supongo que sí, pero no es todo. Niños que tienen capacidades muy altas que no se atienden luego no tienen buena nota y sin embargo, cuando llegan a su opción laboral, destacan. La excelencia  ¿en contenidos, en ser personas, en ser capaces,  en grado de adaptación…?  Porque ahora lo que más necesita un niño o una niña es adaptarse a las circunstancias. La merma en el grado de frustración es porque los adultos les quitamos todas las circunstancias adversas para que tengan esa excelencia, y cuando se enfrentan  al mundo real se crean unas frustraciones que están mermando las capacidades de los niños desde edades muy tempranas.


 ¿Tenemos a nuestros hijos sobreprotegidos?

 Sí, yo llevo veintitantos años en la enseñanza, y las promociones que tenía en infantil de tres años hace una serie de años, venían con una autonomía diferente a las que llegan ahora. Por eso cuando hablamos de excelencia hay que precisar. Excelencia para un maestro de infantil es que un niño sea capaz de ir solo al cuarto de baño, a lo mejor el padre o la madre quiere que con tres años se aprenda las letras , pero sin embargo no son capaces de abrir una mochila solos para sacar su desayuno. Entonces, ¿dónde está la excelencia? 


 ¿Confundimos mucho los términos?

 Sí y luego debemos respetar la profesionalidad. No podemos tener el derecho de querer saber de todo porque nos metemos en la profesionalidad y mermamos la confianza. Hay que confiar en los profesionales. 


 Antes ante un mal resultado los padres pedían responsabilidades a los hijos, ahora a los maestros. ¿Eso está pasando?

Sí, es el efecto péndulo. Nuestros padres vivían en una sociedad, y todo  iba en arreglo a la sociedad en la que se estaba. Ahora sí veo que esas familias quieren que la escuela sea como cuando ellos eran escolares en una sociedad que no tiene nada que ver. No me gusta tampoco echar la culpa a las familias porque realmente ahora hay familias más formadas, a las que les debemos información, no me voy a meter nunca en el trabajo de los padres y madres porque no venimos sabiendo cómo educar y nuestra intencionalidad siempre es hacerlo lo mejor posible. En la escuela igual. Un maestro o maestra no va a permitir que una familia se meta en su trabajo. 


 ¿Quién educa?

 Yo creo que los dos. No hay dos sectores y en medio una línea, son dos círculos y hay una intersección entre ambos. En esa intersección es en la que es necesario ponernos de acuerdo tanto familias como docentes porque cuanto más acercados están esos círculos en la zona de intersección,  la libertad del niño o niña se amplía. En el momento en que se separan, esa libertad está mermada y hay menos confianza. Lo difícil es encontrar el equilibrio en ese espacio, yo te doy información y tú tienes que confiar en ese profesional, al igual que cuando tú tienes un problema en casa y nos pides ayuda nosotros vamos a intentar ayudar. La educación básica se da en casa, y el colegio educa también a los niños para educar a las familias. Es un todo.


 ¿Y qué falla para que a veces haya padres o madres que agreden a profesores?

 La sobreprotección que se tiene con los niños.


 Qué mal ejemplo para los propios hijos.

 Hablamos mucho de que en los grupos de whatsApp de los adolescentes se acosa, pero vemos que hay grupos de whatsapp de familias que hacen lo mismo con el profesorado y con el colegio, y cuando el profesorado pedimos responsabilidades, dicen que son grupos personales y que no tenemos por qué meternos en ello. Nosotros trabajamos con el alumnado que está el acosado, los acosadores y luego la gente que mira, que es parte de esa situación . Pedimos a la niña y al niño que no hagan cosas que los adultos estamos haciendo. 




 ¿Se puede detectar quién es  potencial acosador o acosado en edades tempranas de la educación?

 Sí, sí se puede. La mayoría de los casos suelen producirse en los recreos. Nuestro recreo intentamos que sea inclusivo y no solo hay vigilancia para que no pueda pasar esto, porque si el acosador quiere que pase, va a pasar. Ahora lo que sí hacemos es observar mucho los juegos, los comportamientos y diversificamos mucho la actividad para que estén ocupados, no tenemos casi faltas de convivencia en el patio. Dentro de las aulas llevamos técnicas para que sin que ellos se den cuenta nos den a entender quiénes son los posibles niños o niñas que pueden ser acosados y los posibles acosadores. Con el simple hecho de escribir en un papel anónimamente quién es nuestro mejor amigo y ver que hay alguien al que no le elige nadie. Hacemos técnicas de juegos cooperativos para que ese niño al que no elige nadie se integre en el grupo y prevenir ese posible acoso.


 ¿Y funciona?

 Sí. La prevención es fundamental.


 ¿Hay más acoso o se denuncia más?

 Yo creo que se denuncia más. 


 ¿No hay más tendencia ahora?

No es que haya más tendencia. Utilizamos el término acoso como que dos veces se hayan metido conmigo. El acoso tiene unas características y hay veces que son circustancias que se arreglan en ese momento y si es posible que sea acoso lo primero es abrir protocolo. Pero es verdad que se confunde. Y nos remitimos a lo de antes, que cuando un niño le dice a su madre este niño me ha pegado, ahora la tendencia es que yo creo a mis hijos y voy al maestro o maestra con la agresión verbal y cuando se investigan esos hechos puede ser que sea su hijo el que ha empezado la pelea. Es esa falta de confianza que te he hablado antes. Hay comisiones de convivencia en el centro y valoran todos los casos trimestralmente. 


 Muchos estudios indican que los jóvenes reproducen actitudes machistas. ¿Qué está pasando?

 Lo que estoy viendo es que en las escuelas estamos haciendo un trabajo encomiable pero que la sociedad se impone por encima del trabajo de la escuela. Y la sociedad son los medios tecnológicos, los whatsapp, los teléfonos, las aplicaciones, todo eso está haciendo que la autoestima de las niñas baje, que estén más controladas por los acosadores. Socialmente esas familias en casa están teniendo unos comportamientos que ese alumnado va a reproducir, a ellos les está produciendo una contradicción entre mucho de lo que viven en casa y lo que escuchan en el colegio. Nosotros seguiremos pero es muy difícil cuando desde la familia no sólo no se valora sino que contrarresta.


 ¿Los medios tecnológicos están contrarrestando lo que se trabaja en el ámbito educativo?

Sí. Por eso estamos trabajando las noticias falsas, para desarrollar esa parte crítica de los medios tecnológicos en el alumnado para que ni lo engañen ni puedan mermar su autoestima, ni las niñas puedan sentirse mal, ni que haya un acoso… pero es muy difícil. 


 ¿La tecnología es enemiga o aliada?

 Hay un debate fuerte de si en la escuela y en los institutos tiene que haber teléfonos móviles o no para utilizar la información y las familias están en contra. Hay centros educativos que pensamos que lo mejor es tenerlos dentro para poder trabajar esa parte educativa, porque las familias no quieren que estén en el colegio pero en las familias sí están los teléfonos en edades tempranísimas, están las tablets con toda una diversidad de información y sin ningún control. En casa no educan en eso y ahí ese libertinaje de utilización de las redes sin ningún control y sin ninguna educación por parte de la familia, eso es lo que nos estamos encontrando. Eso de nativos digitales, no es cierto.


 ¿No lo son?

 No, porque si tú a un niño o niña con estas edades le dices utiliza el correo electrónico, la mitad no sabe. 


 ¿Hablamos de 10 u 11 años?

 Sí, estamos hablando de un niño o una niña que fácilmente sabe utilizar lo que es el aparato pero no están bien educados en la competencia tecnológica que requiere. Estamos confundiendo la herramienta con la educación. Se les da la herramienta y se les exige esa educación dentro del centro pero no se le está dando donde realmente tienen los dispositivos, que es en casa.




 ¿El control parental no funciona?

 Hay un porcentaje de familia que lo hacen y que cuando los niños están en casa controlan lo que hacen y hay un gran porcentaje de familias que no, además ahora la tendencia es que para que el niño se esté quieto le coloco el juego. El niño sabe jugar, pero ¿realmente sabe utilizar ese medio?


 ¿No está la tecnología en el ámbito educativo?

 Legislativamente la tecnología está dentro de las aulas, porque hay una competencia que es la tecnológica. Pero el debate es que, si tenemos esos dispositivos dentro del aula, vamos a utilizarlos. ¿Qué pasa? Que no hay tantos dispositivos, lo que se hace es solicitar los móviles para que el alumnado los traiga al colegio y ahí es donde está el conflicto. ¿Se traen los dispositivos o no se traen los dispositivos? ¿Se trae el smartphone o no?


 ¿Entiende que sería positivo que los móviles entren en el aula para trabajar la competencia? 

 Claro. Y si es para trabajar esa competencia como se tiene que trabajar. Ahora, si es indiscriminadamente y sin ningún tipo de control, pues mejor que los dispositivos se queden fuera, porque confundimos innovación con que los dispositivos estén siempre presentes, y no tiene por qué. 


 Su centro y usted están catalogados como innovadores, ¿qué es innovación en el ámbito educativo?

 Es una palabra que está muy utilizada, hablamos de que es un colegio innovador porque está utilizando el aprendizaje basado en proyectos cuando esto está inventado, las maestras de la República ya lo hacían. La innovación a veces se confunde con lo que aplica medios tecnológicos, y no es así. Para mí la innovación es que se cambie el papel tradicional del alumnado y de las familias dentro de un centro, hacer comunidad educativa en el que todos participemos en hacer competentes a los niños para un futuro mejor. Si tu papel como maestro cambia y les das la oportunidad a que ellos te puedan enseñar a ti, a desarrollar su propio aprender a aprender, que se emocionen con ese aprendizaje y tú los acompañas y guías, ya estás siendo innovador. Hay muchos maestros que no les entra en la cabeza que podamos aprender del alumnado. 


 ¿Qué enseñan los alumnos a los profesores?

 Uffff…. Creatividad, inocencia, ser limpio, natural, tener transparencia, la falta de mala intencionalidad. Lo que nosotros éramos de pequeños. Con los años se caen las plumas de las alas y te quedas con alas pero sin plumas.


 Si tuviera que elegir un éxito en su experiencia como docente, ¿cuál sería? 

 El mayor éxito es diario. Cuando entro en la clase, y dicen los niños, “¡Bien! la seño Sofía”. Pero hubo un día tomando café aquí, en el mismo sitio donde estamos, que me llamaron por teléfono y me dijeron, Sofía, se va a abrir un colegio y te lo ofrecemos a ti y puedes elegir el 25 por ciento de la plantilla, y yo cojo para este proyecto educativo a parte del profesorado con el que llevo 15 años trabajando en grupos de investigación, era como decir ya tengo un sitio donde poder desarrollar todo eso. 


 ¿Cómo entra la letra?

 Siendo feliz, cuando estás a gusto y estás emocionado por lo que estás haciendo, lo aprendes inconscientemente. Es lo que intentamos hacer con nuestro alumnado, crearle la necesidad emocional de aprender. Entonces ellos se comen todo. 


 Uno de los argumentos al darle la Medalla es que busca hacer alumnos felices. ¿En la educación se puede conseguir la felicidad?

 La felicidad está  sobrevalorada porque tú no eres feliz siempre. Es un estado emocional. ¿De qué nos vale tanto contenido, si luego no estamos concienciados, por ejemplo, con el medio ambiente? No puede haber una enseñanza escolar y una enseñanza de la vida. Es muy bonito que sepamos decir todos los ríos de España del tirón, pero estamos dejando una parte, que es lo social que es tan importante como eso o más. Hay clases donde se trabaja individualmente unas capacidades. Sin embargo, en las que se trabaja en grupo se desarrolla lo mismo pero cooperativamente y el avance es muchísimo mayor. 


 ¿Estamos más acostumbrados socialmente a dividir y  restar que a multiplicar y sumar?

 Sí. Parece que las cosas cuando se hacen de forma contenta no se están haciendo o gente que piensa que no estás aprendiendo porque no estás memorizando. Les estamos quitando posibilidades a los niños, hay que desarrollar todas las potencialidades porque hay estudios de que los niños se están preparando para carreras que cuando ellos salgan no existirán. Y un porcentaje muy grande de jóvenes estudian algo en lo que no trabajarán nunca. Nos obsesionamos con que los niños sean mejores, que tengan mejores notas y luego se les ha pasado la juventud sin hacer una serie de cosas. Hay que abrir la perspectiva. 


 ¿Cómo fue  el contacto con la Familia Real?

 Estupendo. Son muy cercanos. Con la Reina Letizia estuve hablando de educación, con el Rey también, y con el presidente. A mí me llegó al corazoncito que todas las personas que nos dedicamos a Educación estábamos en los cinco primeros puestos porque el rey había dicho que el primer pilar de España tiene que ser la educación. 


 Eso motiva, ¿no?

 Motiva muchísimo. Y es verdad que tiene que ser la educación y tenemos que estar abiertos. Yo hablo mucho con las familias y a veces me llevo decepciones pero sigo en el empeño de que ellas tienen que ser partícipes y tienen que entrar en los centros pero con el respeto por delante. 



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