El año que nos dio la fuga de ‘el Lute’

Los niños de 1971 vivimos con el miedo en el cuerpo por si nos cruzábamos con el bandido

Unos niños por los cerros de la Chanca, un paraje por  el que según la leyenda popular habían visto merodear a -el Lute-.
Unos niños por los cerros de la Chanca, un paraje por el que según la leyenda popular habían visto merodear a -el Lute-.
Eduardo de Vicente
00:19 • 09 jul. 2019 / actualizado a las 07:00 • 09 jul. 2019

Casi todos los niños conocíamos a un amigo que tenía otro amigo que aseguraba haber visto a ‘el Lute’ merodeando al anochecer por los arrabales de la ciudad. ‘El Lute’ fue para los niños de los primeros años setenta la encarnación del demonio. Éste sí que era de verdad, no como aquel demonio de confesionario con el que nos metían miedo los curas, y al que llegamos a tomarle cariño porque estaba presente en todo lo que nos gustaba. 



En nuestra imaginación, ‘el Lute’ estaba más cerca del hombre del saco que del demonio, lo veíamos como un hombre del saco moderno y con pistola que saltaba los muros de la cárcel como si estuviera atravesando un charco y que se enfrentaba a la Guardia Civil con el mismo descaro que nosotros afrontábamos las persecuciones de los modestos guarda jardines del Parque. Al hombre del saco acabamos por aceptarlo de tanto verlo pasar con su cargamento de objetos viejos y trapos y su barba de diez días, y ya no nos producía ningún temor, más bien todo lo contrario. Aquellas historias que nos contaban las madres para meternos miedo y quitarnos de la calle, las fuimos masticando tanto que ya no nos producían ningún temor. Sin embargo, ‘el Lute’ era otra cosa. Éste era auténtico porque lo habíamos visto en la televisión, a la hora sagrada de la cena cuando toda la familia se quedaba en silencio delante del presentador del Telediario. Y si lo decía la tele nos lo creíamos a pie juntillas, ya que teníamos la certeza de que la tele nunca se equivocaba, con la única excepción del hombre del tiempo, que casi nunca acertaba con la esquina de Almería.



Inauguramos el año 1971 con la fuga de aquel bandido que se había escapado en Nochevieja de la mítica prisión del Puerto de Santa María. Desde el primer momento la sombra de aquel personaje nos llenó de miedo y a la vez de cierta atracción porque se había fugado con una soga y unos garfios, como los piratas que veíamos en las sesiones infantiles de los domingos en los cines de barrio. 



‘El Lute’ fue nuestro ladrón de referencia, el antihéroe de aquella época, al que recurrían con frecuencia las madres para atarnos a la pata de la cama. Cuando no querían que nos fuéramos a vagabundear por las calles con la plena libertad con la que salían de sus casas los niños de aquel tiempo, nos asustaban diciéndonos que ‘el Lute’ podía aparecer en cualquier momento por Almería, porque era un  buen sitio para un forajido por ser un lugar alejado del mundo. ¡Menudo año nos dio don Eleuterio!, sobre  todo a raíz de que a principios de agosto de 1971 ‘La Voz de Almería’ diera la noticia de que “al parecer”, el bandido había sido visto por Granada. A partir de ese momento veíamos a ‘el Lute’ varias veces al día y siempre aparecía un niño en el colegio que nos traía la última noticia de radio macuto en la que alguien había visto pasar por los arrabales más escondidos de la ciudad a un tipo que era idéntico al que salía en la foto que veíamos en el Telediario. 



“Lo han visto en Granada. Eso es que viene de camino para Almería”, se escuchaba decir, mientras los niños nos llenábamos de temores, no por la posible presencia del temido bandolero, sino porque aquel rumor iba a servir de argumento  en nuestras casas para que no nos permitieran irnos a jugar más allá del tranco de la puerta. 



Con la figura de ‘el Lute’ metida hasta en la sopa, los otros personajes que antes nos daban miedo como el hombre del saco, los mantequeros, los borrachos o el hombre de la gabardina que se tocaba delante de los niños, nos parecían inofensivos, como de dibujos animados. 



Un día, decían que lo habían visto por las cuevas del cementerio y al día siguiente por los caminos de piedra que iban desde los cerros más elevados de la Chanca al barranco del Caballar. Por la noche mirábamos el Telediario rezando para que lo detuvieran de una vez y nos dejara jugar tranquilos. En el verano de 1972, a comienzos de septiembre, corrió la noticia de que ‘el Lute’ había sido sorprendido saltando terrados cerca de la Almedina. Qué desilusión nos llevamos cuando al día siguiente el periódico hablaba de la detención de ‘el Rata’, un caco en zapatillas y bata de casa que se llevaba las gallinas y los conejos de las azoteas.




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