A Fausto Romero-Miura: “Carpe Diem”

Juana Pulgar Ezquerra
07:00 • 10 ago. 2019

Hace veinte años, cuando llegué a Almería desde la Universidad Complutense de Madrid, para intentar ganar la Cátedra de Derecho Mercantil de su Universidad, la primera persona a la que conocí fue a Fausto Romero-Miura.



Fuimos presentados una tarde del mes de septiembre de 1998 por mi predecesor en la Cátedra, el profesor Adolfo Sequeira.



Y esa tarde comenzó una larga amistad académica y profesional, y sobre todo personal, que se mantuvo tras mi regreso a la Universidad Complutense de Madrid, en el año 2009, y que se ha extendido hasta el momento de su fallecimiento.



En el año 1998, Fausto impartía docencia en la Universidad de Almería y continuó haciéndolo durante más de 20 años, como profesor en el área de Derecho Mercantil.



Su rica personalidad enriquecía esa figura tan necesaria en las universidades, para beneficio de sus estudiantes, como es el profesional de prestigio que, procedente de la abogacía, por una exigua retribución, compagina, vocacionalmente y no sin dificultad, su trabajo en el bufete con la docencia, dedicando parte de su tiempo, conocimientos y experiencia a impartir clases a los alumnos de Derecho que estudian en nuestras universidades, a las que Fausto muy acertadamente denominaba, con terminología casi procedente del periodismo-literario de Ryszard Kapuściński "la casa del estudiante".



Desde mi llegada a la Universidad de Almería, en aquel ya lejano año de 1998, y después en mi condición de Catedrático de Derecho Mercantil y de Directora del Departamento de Derecho Privado, siempre conté con el apoyo, colaboración y admiración de Profesor Romero-Miura, no obstante la diferencia de edad que nos separaba.



Su personalidad poliédrica, "solar" como diría Stefan Zweig, y siempre en proceso expansivo de intensa reinvención, contribuyó a generar en aquellos años fuertes vínculos de compañerismo y amistad en el área de Derecho Mercantil de la Universidad de Almería, de los cuales en muchas ocasiones fue testigo nuestro "Chiringuito del Alquian".



Compartíamos la afición por la lectura, los viajes, el cine y la fotografía, con la que recogió generosamente momentos decisivos de mi vida personal y, sobre todo, compartíamos nuestra afición por los toros, que heredé de mi padre, encontrándonos cada mes de agosto en la Plaza de Toros de Almería y, en ocasiones, en la de Madrid.


Aprendí de Fausto muchas cosas, entre otras, que la vida es un préstamo a devolver con intereses, una letra a la vista, que es mejor equivocarse por lo que se hace que por lo que no hacemos protegiéndonos y sufriendo por no sufrir. Su frase preferida, "Carpe diem", que tomó del poeta Romano Horacio, me permitió ubicarme en muchas ocasiones en aquellos años del Zapillo de Almería, esenciales en mi trayectoria académica y personal.


Pero, sobre todo, Fausto aprendí de tí dos cosas esenciales: De un lado, el valor de la amistad desinteresada y generosa, lo que significa ser amigo del alma sin condiciones; de otro, la aceptación intensa de la vida en la "crudeza" de lo mejor y lo peor, sabiendo que somos tiempo, solo tiempo, como nos enseño Heidegger.


Un ejemplo de ello fue tu magnífica columna del día 30 de septiembre de 2018, en La Voz de Almería, en la que, bajo el título "Tengo cáncer" asumías estoicamente, siguiendo a Cicerón, un destino que ya presentías y aceptabas, haciéndose hoy realidad y dejándonos sin ti cuando aún tenías mucho que hacer entre nosotros.


"Vendrá la muerte y tendrá tus ojos" decía Cesare Pavese y eso hiciste, Fausto, en tu columna, decirnos qué ojos tendría tu muerte anunciada. Los ojos de tu familia, de tu mujer, de tus hijos y de tus nietos, Fausto y Alejandro, y los ojos de los atardeceres de Almería, que recientemente te premió merecidamente con la medalla de oro de la Diputación.


Pero a Fausto Romero-Miura hoy no le ha vencido la muerte, le ha ganado la vida, su vida vivida de verdad, con intensidad, y el coraje de "ser" por encima de cualquier circunstancia, siguiendo a Paul Tillich.


Tu "querida jefa" no se despide hoy de ti, Fausto, agradezco a la vida y a la Universidad de Almería, a la que tanto debo, que nuestros caminos coincidieran.


Te doy las gracias por todo y te digo hasta luego que "tenemos que hablar de muchas cosas, compañero del alma, compañero".


Temas relacionados

para ti

en destaque