El pavoroso incendio que está asolando miles de hectáreas en Gran Canaria, y que ha sido catalogado como incendio “fuera de capacidad de extinción”, está movilizando a amplios sectores de la población y a profesionales de los ámbitos relacionados con lo forestal o el agrario.
Dos causas ahondan en la situación de riesgo extremo que se vive estos días, tanto en la provincia de Almería como en el resto del país; por una parte la sequía generada por la falta de precipitaciones, y agravada por las altas temperaturas que se están registrando.
El descuido
La otra razón es la ausencia de una política de mantenimiento de las masas forestales. Ingenieros de Montes, Geógrafos, organizaciones agrarias como COAG o Asaja y sindicatos como la UGT, han dado la voz de alerta porque, según las organizaciones de agricultores y ganaderos, “los incendios se apagan en invierno y los montes están enterrados en maleza”.
Ambas cuestiones constituyen un cóctel explosivo para las masa forestales de la provincia, ya que la declaración de incendio fuera de capacidad de extinción “llega cuando la potencia calorífica y el tamaño de las llamas hacen que sea imposible frenar el avance del fuego, independientemente del tamaño del dispositivo de extinción puesto en marcha”, señalan los geógrafos José Manuel Martínez y José antonio Montero.
La cuestión es que, ante incendios tan intensos como los que amenazan a las masas forestales “no es posible apagarlos por muchos medios materiales que se destinen, pues la intensidad del fuego convierte los medios en ineficaces; es una cuestión física, no un problema técnico”.
De esa forma, los medios terrestres no lo pueden combatir sin arriesgar la vida de los que participan en las labores de extinción, y los medios aéreos no son tampoco efectivos porque la cantidad de calor que producen hace que el agua se evapore antes de llegar al suelo, siendo en algunos casos su intervención contraproducente ya que el vapor de agua es mejor conductor del calor que el aire.
Los agricultores
Desde las organizaciones agrarias se ha lanzado un SOS a la Junta de Andalucía para que tome conciencia de la importancia de extender la previsión a todo el año, y no únicamente en la época de verano, cuando en muchos casos es demasiado tarde para reaccionar.
La Coordinadora de Asociaciones de Agricultores y Ganaderos de Almería (Coag) destaca el hecho de que las tareas agrícolas y de pastoreo “contribuyen a eliminar el material combustible presente en nuestros montes, favoreciendo la biodiversidad y reduciendo el riesgo de erosión y desertización”.
La misma reflexión realiza Asaja, para quien la política encaminada a la conservación y limpieza de los terrenos forestales es “de enorme importancia en la prevención de los incendios forestales, o en una mayor eficacia en las labores de extinción”. Y para abordar este tipo de políticas preventivas pide que se respalde y ayude a los titulares de fincas en áreas de montaña a sufragar las labores de conservación y reducir el combustible forestal.
Un polvorín
La escasa pluviometría registrada durante todo el año 2019 en la provincia está en el origen de la situación de alto riesgo de incendios forestales; ha llovido entre un 15 y un 25 por ciento menos que en los años anteriores, que ya fueron secos, según datos del Ministerio de Transición Ecológica.
Organizaciones como el Grupo Ecologista Mediterráneo han pedido reiteradamente a los ciudadanos que se conviertan en ‘vigilantes forestales’ ante cualquier sospecha de fuego en el monte, alertando a los Servicios de Emergencia del 112. Destacan, eso sí, el alto grado de concienciación de los almerienses en los últimos años.
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