En Almería somos especialistas en invertir, construir y después abandonar lo construido. Parece como si nos aburriéramos de nuestras obras, sobre todo cuando se ejecutan con fondos europeos. Tenemos el ejemplo cercano, en el mismo casco histórico, del paraje del Mesón Gitano, que ha caído en manos de las pandillas juveniles del barrio que lo han convertido en un escenario privilegiado para sus noches de botellón.
Otro ejemplo de inversión abandonada lo encontramos en la zona conocida como el Cordel de la Campita, en el cerro de La Molineta. El próximo mes de octubre se cumplirán diez años de su puesta en funcionamiento, cuando la consejería de Medio Ambiente dio por finalizadas las obras de la vía pecuaria que partiendo de la puerta del colegio Francisco de Goya llegaba a la cima del cerro, frente a la autovía, en un recorrido ascendente de algo más de un kilómetro.
Se invirtió más de un millón de euros, aprovechando la ayuda europea, para poner en valor un espacio verde para senderistas con unas espectaculares vistas de la ciudad. Se sembraron más de diez mil plantas, se estableció un moderno sistema de riego por goteo con gomas, se habilitaron zonas de recreo infantil con sus correspondientes columpios, espacios deportivos para adultos, bancos para descansar, y a lo largo de toda la subida se colocaron barandillas de madera con troncos de árboles.
El Cordel de la Campita prometía ser uno de los tesoros para los amantes del senderismo y para los caminantes hastiados del tumulto diario del Paseo Marítimo. Contaba con todos los elementos para ser un refugio perfecto: vegetación, soledad y una ubicación estratégica desde donde se domina el mar hasta el Cabo de Gata y todo el entramado urbano de la ciudad.
Sin embargo, el tiempo ha jugado en contra y la falta de mantenimiento ha ido transformando los encantos de aquel paisaje. Los árboles se han ido secando y muchos hubieran desaparecido ya si no fuera por la generosidad de los propios caminantes que frecuentan la zona a diario. Algunos han apadrinado un árbol y suben con sus botellas de agua para evitar que mueran. Esta iniciativa que ha partido de manos anónimas no es suficiente para rehabilitar todo el trayecto. La intervención de las administraciones tiene que ser urgente para frenar el deterioro, ahora que el ayuntamiento y desde la Junta de Andalucía parecen entenderse en el mismo idioma.
El Cordel de la Campita merece una nueva inversión para adecentarlo y para salvar su vegetación, y lo que es igual de importante, merece que se organice una política de mantenimiento que no supondría un gran esfuerzo, teniendo en cuenta que con una brigada de riego y limpieza que subiera una vez a la semana sería suficiente para tenerlo en perfecto estado de revista.
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Eduardo de Vicente