Una celda de solo nueve metros cuadrados y los pocos pasos de una galería cerrada en la primera planta del módulo de mujeres se han convertido en el mundo de Ana Julia Quezada desde hace nueve meses.
La presunta asesina del pequeño Gabriel Cruz Ramírez había adquirido cierta normalidad dentro de los muros de El Acebuche tras el periodo inicial de adaptación, sin embargo, el incidente con insultos y amenazas de una interna en el comedor la pasada Navidad la obligó a solicitar nuevamente la protección del sistema penitenciario (artículo 75), una especie de aislamiento preventivo del resto de las reclusas.
Desde entonces, Quezada ha visto notablemente reducida su capacidad de movimiento. Tiene dos horas para salir al patio, siempre en horas donde el resto del módulo descansa en las habitaciones, y pasa buena parte de su tiempo en la celda con una compañera.
Tiene un televisor, aunque evita los programas informativos especialmente en los momentos de mayor esfervescencia del Caso Gabriel Cruz, y mantiene un comportamiento muy colaborador con las funcionarias que prestan servicio en el módulo uno.
El contacto con el exterior es escaso, escasísimo, apenas reducido a unos pocos familiares y sus abogados Esteban Hernández Thiel y Beatriz Gámez, que ejercer la defensa como parte del turno de oficio y que han mantenido su representación desde el 10 de marzo de 2018.
No obstante, la acusada recibe numerosas cartas del exterior. Desde su ingreso en prisión provisional le han llegado decenas de misivas. Son escritos de ciudadanos indignados y medios de comunicación interesados en contactar con la interna más famosa de El Acebuche. También le han llegado cartas de otros reclusos con intenciones de todo tipo.
Ana Julia Quezada recibe las cartas, pero las devuelve sin leer. Solo concentra esfuerzos en las comunicaciones con su familiares, con aquellos con los que aún mantiene contacto.
El módulo uno de El Acebuche cuenta con unas 45 internas. Es el único departamento reservado para mujeres y no tiene ‘unidad de madres’, como sucede en otras prisiones españolas.
Además, es un ‘módulo de respeto’ o, como se conoce popularmente, un módulo de buen comportamiento. Los conflictos son mínimos y la relación entre las internas y los funcionarios para la organización del área, fluida.
Seguridad
Esta situación ayudó a la gestión del Caso Ana Julia, un reto de seguridad para el propio centro penitenciario de Almería. También ha permitido que la acusada continúe en prisión provisional en El Acebuche y no en otras cárceles como Burgos o Sevilla donde se valoró puntualmente su traslado (ambas peticiones rechazadas).
Este lunes Quezada saldrá antes de las ocho de la mañana en un coche de la Policía Nacional rumbo al Palacio de Justicia de Almería. Será su primera salida tras la comparecencia ante el magistrado Rafael Soriano, titular del Juzgado de Instrucción número Cinco de Almería, para la transformación del caso en un proceso mediante jurado popular.
La presunta asesina de Gabriel Cruz Ramírez tendrá que estar presente en la sala durante dos semanas hasta conocer el veredicto y descubrir cuál será su mundo en los próximos años.
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