A la Hoya le han quitado la mugre después de varios meses de intenso trabajo. Las palas se han llevado por delante toneladas de escombros y de basura que se habían ido acumulando a lo largo de los últimos veinticinco años, desde que el lugar fue perdiendo la poca vida que le quedaba y quedó relegado a un espacio residual, convertido en basurero público y en aparcamiento de coches.
La recuperación de este escenario entre la Alcazaba y la muralla de San Cristóbal se puede considerar como una de las actuaciones más importantes que ha llevado a cabo la corporación municipal en los últimos años y se convierte, sin duda, en uno de los principales argumentos del proyecto de recuperación del esta zona del casco histórico.
La Hoya presenta ahora un aspecto renovado que invita a pensar que este espacio privilegiado, resguardado entre dos cerros y protegido por las murallas de la ciudad, puede convertirse en un futuro en el nuevo parque de Almería que actúe como motor fundamental para llenar de vida un barrio que ha vivido condenado al abandono permanente. Esta actuación en el corazón del casco histórico es uno de los grandes aciertos que hay que anotar en el casillero del actual equipo de gobierno, pero no servirá de nada si no viene seguido de un proyecto que de verdad lo ponga en valor.
Este lugar, por lo que representa para la historia de la ciudad, y por ser paso obligado de todo el turismo que sube a diario a la Alcazaba, necesita transformarse por completo para que de una vez por todas la ciudad se integre en sus escenarios y deje de ser el arrabal perdido y miserable que hemos conocido desde que existía el barrio de las Perchas.
La Hoya no puede seguir siendo un parking ni un espacio solitario poco recomendable cuando se echa la noche. Uno de los parajes de mayor belleza de la ciudad, donde se respira la historia por cada poro, tiene que ser a partir de ahora una de las joyas de nuestro patrimonio, ese parque que Almería necesita para que la vida salte de una vez la frontera que ha existido siempre detrás de la plaza del Ayuntamiento.
Esa frase que todos hemos escuchado alguna vez de “yo por allí no paso” tiene que cambiar ahora que la Hoya muestra un nuevo aspecto sin escombros, sin coches aparcados, sin gorrillas y sin basura. Su recuperación constituye también un paso imprescindible para recuperar a su vez la cara norte de la Alcazaba, la menos conocida y la más deteriorada, víctima de esa abandono secular que ha sufrido todo el entorno de la zona monumental.
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