Tras fotografiar casi de todo en los medios de comunicación locales, Chema Artero (Almería, 1980) se dedica a la noble causa de trabajar para vivir. Su ocupación como ‘freelance’ le permite recorrer el mundo por placer y, si se presenta la ocasión, retratar los aspectos que más le cautivan de las culturas que le acogen. De una de esas escapadas nació ‘Día de Muertos’, su última exposición, que fue inaugurada la noche de Halloween y se mantendrá abierta al público hasta el 28 de noviembre en Makiniko (Calle Conde Ofalia, 12). Un recorrido respetuoso y colorista por las celebraciones de difuntos de Chiapas (México).
Lo primero que llama la atención es el contraste entre su interpretación de esta fiesta y la española.
En El Romerillo, el primer lugar donde estuve, es toda una fiesta. Se reúnen en un cerro donde están las tumbas y hay unas cruces enormes. Celebran una especie de feria en el cementerio y comen y beben hasta que se emborrachan.
También visitaste Zinacantan, que es otra historia.
Allí es más recogido. Sin embargo, llevan ropa muy colorida. También se ven muchas flores porque son grandes exportadores, viven de eso. Todo es mucho más tranquilo.
En cualquier caso, nada que ver ninguna de las dos con nuestro Día de todos los Santos.
Por eso me gusta. Aquí la gente va en el día de los muertos al cementerio, deja flores y parece que están incómodos, como por compromiso. Allí se juntan alrededor de la tumba y cuentan cosas de ellos. Parece que lo tienen más presente.
¿Viajas para hacer fotografías?
Me gusta mucho viajar y, por suerte, mi profesión me lo permite. Si sale algo interesante lo pongo en mi web o, como en este caso, hago exposición. Últimamente he estado en EE.UU., Tailandia y Japón. De esta última quiero preparar una muestra para el año que viene porque me quedé muy contento con el material.
¿Con qué escenarios y con qué ‘modelos’ te quedas?
Con México ocurre una cosa que no pasa en otros sitios. Sales a la calle y cada día vas a ver una cosa nueva que te sorprende. Por otro lado, a mí me gusta quedarme con los gestos de la gente y en ese aspecto prefiero a los japoneses. Son un encanto, educados y amables y están acostumbrados a que les fotografíen.
En realidad, los protagonistas de tus fotos no son los lugares sino las personas.
Los paisajes me aburren. De vez en cuando tienes que hacer alguna para contextualizar pero la gente es la que me llama la atención. Por lo general me atrae hacer robados, que no me vean, que no se den cuenta. Me gusta jugar con ese poco tiempo hasta que son conscientes de la cámara. Y pasar desapercibido. Me divierte, me lo paso bomba con eso.
La fotografía ahora está de moda. Cualquiera con una cámara se hace llamar fotógrafo.
Sí, parece el hobby de todo el mundo. Quizás hay demasiadas imágenes. La gente al final se queda en lo bonito: un paisaje, le meto un filtro y fuera.
¿Y qué es lo importante?
El fotoperiodismo parece no tener mucha importancia. Es tendencia hacer fotos que realmente no te dicen nada y luego intentar explicarla con un texto. La foto tiene que hablar por sí sola, todo lo que digas está de más.
Y es que ser fotógrafo es más que tener una buena cámara.
La cámara es lo de menos. Muchas de las que yo he publicado están hechas con el móvil. La gente a veces me pregunta que qué cámara uso... Para mí eso es lo menos relevante. Lo importante es saber utilizarla.
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