Dijimos que que el Sol de Villalán fue colocado en el muro exterior de la capilla donde está enterrado el Obispo Diego Fdez. de Villalán, en calle Cubo, hacia 1550. La altura a la que está colocado dificulta calcular su diámetro, unos dos metros.
Se trata de un bajorrelieve de piedra que representa un sol del que parten 36 rayos flamígeros. Está rodeado de una elegante guirnalda de frutas, circunvalada unas cintas ondulantes para embellecer y darle mayor dinamismo a la figura solar.
Tradicionalmente se ha considerado que se refería alegóricamente a Jesucristo y a la Iglesia, la luz que nos ilumina de la mañana al ocaso.
También puede entenderse como una alegoría de la victoria del cristianismo sobre el moro, por la guirnalda de flores en forma de corona de laurel, el habitual regalo de los generales romanos que habían ganado una batalla. Iconografía pagana aceptada por el cristianismo, como tantas otras.
E incluso puede representar la victoria del Sol Invictus del emperador Carlos V sobre los turcos en la batalla de Lepanto, del bien sobre el mal, del cristianismo sobre el paganismo.
Sea cual sea su significado, hay algo claro: su nombre correcto debe ser Sol de Villalán. Hay que olvidar el error histórico de llamarlo Sol de Portocarrero.
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