Es de Córdoba, estudió ingeniería en Málaga, y tiene el CFGS de Marketing y Publicidad. Desde hace años vive en Almería, y participa en el proyecto Jara: la creación de un robot para la agricultura.
¿Cómo llegas a este mundo de la tecnología?
La educación de mis padres fue fundamental. No existía la discriminación por géneros. Es más, en mi niñez, uno de los primeros juguetes que pedí para Reyes fue un tren. Ahí comenzó todo. En mi casa no se impusieron convencionalismos. La decisión final la tomé por mi afán de superación y de retarme a mí misma.
¿Encontraste en ella lo que buscabas?
En parte sí. El problema es que había demasiada carga teórica, era el plan antiguo. Pero no me arrepiento, pues me sirvió para potenciar una mentalidad analítica, el pensamiento abstracto. Con ello, lo que me propongo, lo hago.
¿Qué consejo le darías a una chica que está decidiéndose por una carrera, y duda ante una tecnológica?
Puedo decirle que hay que abrir la mente, no amilanarse ante los retos, y tener en cuenta que hay que saber ‘buscarse la vida’. Si necesitas conocer algo y no te facilitan los medios, apréndelo con los tuyos propios. Hay una cita de Einstein: “No necesito saberlo todo, sólo encontrar aquello que me hace falta, cuando lo necesite”. Para poder resolver problemas hay que tener una base sólida de las premisas fundamentales.
¿Cómo ves, desde dentro, la implantación de la tecnología en la agricultura?
Es algo que poco a poco va aflorando, por la diversificación de experiencias que van adquiriendo las generaciones. Un problema se resuelve de forma más eficiente cuando se conoce a la perfección. Es una ventaja a tener en cuenta para aplicar la I+D en la agricultura de manera óptima.
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