¿A dónde van las naranjas ‘urbanas’ de Almería?

Es cierto que no son, ni mucho menos, los árboles con más presencia en la capital (para alegría de los que sufren alergia primaveral y en detrimento de aquellos a los que les encanta el inigualable aroma del azahar), pero los naranjos de Almería son como las meigas: haberlos, haylos.

Llegados a esta época del año, los frutales presentes en puntos prácticamente anecdóticos en una ciudad de ficus y palmeras (en el centro están tan solo en la calle Soldado Español y en la Avenida Pablo Iglesias) se tiñen de color naranja.

De hecho, en las últimas semanas ha sido posible ver a empleados de Parques y jardines recogiendo las muchas naranjas amargas que dan los naranjos plantados en los alcorques de las calles de Almería. Ahora bien, ¿a dónde van a parar esas naranjas?

Compostaje

Desde el Ayuntamiento de Almería explican que las naranjas ‘urbanas’, las nacidas de los naranjos plantados en la calle, “no son muy aptas para la salud generalmente”. No en vano, son amargas y, por otra parte, existen estudios científicos que avalan que la piel de estos frutos absorben la contaminación del tráfico urbano.

Así, el Ayuntamiento de Almería no se la juega con las naranjas que nacen en las calles de la ciudad, declarándolas no aptas para su consumo.

De esta forma, lo que se hace con ellas es unirlas a los restos de poda de los árboles para llevarlas, a continuación, a la planta para compostaje, junto a otros restos orgánicos para su transformación en compost.

Ni zumo, ni confitura, ni nada comestible: las pocas naranjas ‘urbanas’ de Almería, después de haber perfumado la calle en forma de flor, se transforman en abono para seguir dando vida en la tierra, junto a los restos de otras podas.