En la esquina de la calle Restoy con la de Cucarro, a pocos metros de la puerta de palcos de la Plaza de Toros, sobrevive un edificio de planta baja, con aspecto de dama antigua, que en el umbral de su puerta conserva un letrero de la UGT, la última asociación que habitó sus estancias.
La casa llama la atención, tiene alma, hay algo en ella que te atrae, tal vez una historia retenida entre sus muros, eso que alguien llamó el dios del lugar, que todavía se asoma por detrás de las vidrieras de los ventanales.
Sus cimientos son grandes bloques de piedras de las que se extraían de las canteras de la ciudad y su fachada principal está recorrida por cuatro grandes ventanas que aseguraban la luz constante durante el día. La vivienda se extiende por la calle de Cucarro, donde aparece otro mirador que realza ese pequeño trozo de fachada secundaria. La casa representa la figura de un rectángulo, más propia de una nave que de una vivienda.
Este noble edificio que ha aguantado el peso de los años estuvo muy ligado en su época a la historia del barrio. Para los habitantes de la zona del Quemadero y de la Plaza de Toros, la casa de las ventanas de la calle Restoy fue nada más y nada menos que su teatro cuando los teatros eran un lujo exclusivo del centro de la ciudad, un patrimonio de las clases sociales acomodadas. En aquel edificio de amplia fachada y escaso fondo se instaló la sociedad de recreo ‘Jacinto Benavente’, formada por un grupo de amigos amantes de las letras, que quiso tener su propio espacio para organizar actos sociales, fiestas y veladas culturales. La sociedad se fundó oficialmente el 24 de enero de 1910, bajo la presidencia de don Rafael Rubio Romera, profesor de la banda de música municipal, que desempeñó el cargo hasta unos meses antes de su fallecimiento, en enero del año 1916. En esa primera directiva estuvieron: Francisco Romero Ventura, Julio Doncel León, José Amat García y Eduardo Linares Sanes.
La sede de la sociedad ‘Jacinto Benavente’ se instaló en el citado edificio de las calles Restoy y Cucarro, que desde entonces fue conocido popularmente con el nombre de ‘Teatro Benavente’. Aquel grupo de amantes de la literatura y especialmente del teatro fue impulsor de un gran número de actividades que llevaron la cultura a muchos vecinos que nunca habían visto una obra de teatro.
La asociación contó desde su inicio con un cuadro dramático que en las fechas señadas como las fiestas de aquel distrito o la feria de Almería, organizaba sus propios espectáculos. En mayo de 1911 cosechó un éxito importante con la puesta en escena de la obra titulada ‘El sombrero de copa’.
El teatro disponía de un salón largo y estrecho, con un pequeño escenario esquinero y una sala que se habilitaba con bancos de madera y sillas donde llegaron a entrar más de cien espectadores. Era teatro, era salón de baile, lugar de reuniones y mítines y por febrero, el refugio de los asociados para organizar los bailes de máscaras cuando llegaban las fiestas de carnaval.
El recinto del teatro Benavente nunca estaba cerrado. Allí se reunieron en 1915 los obreros de la ciudad para tomar acuerdos y reconstituir sus sociedades representativas. Allí se citó en 1924 el grupo llamado ‘Juventud Pro Estratégico’, para solicitar del directorio que regía el Gobierno la construcción del ferrocarril de Torre del Mar a Zurgena, que tanto ansiaba nuestra provincia. Por feria, la sociedad ‘Benavente’ celebraba grandes veladas con los mejores músicos del momento que se prolongaban hasta altas horas de la madrugada, motivando en más de una ocasión las quejas de algún vecino al que no dejaban descansar.
El teatro ‘Benavente’ estuvo funcionando hasta los últimos años de la década de los veinte. En 1930, el local se convirtió en el domicilio social de la Unión de Empleados de la Industria Hostelera de Almería, y en los años de la posguerra acogió el almacén de la Organización Sindical de Educación y Descanso.
Consulte el artículo online actualizado en nuestra página web:
https://www.lavozdealmeria.com/noticia/12/almeria/186130/la-casa-del-teatro-de-la-calle-restoy