“Todo para el centro” y “el centro se muere”

José Fernández
00:58 • 06 feb. 2020 / actualizado a las 07:00 • 06 feb. 2020

Llevamos décadas analizando los problemas de Almería, tan comunes a los de tantas ciudades, con perspectivas políticas y económicas que no terminan de solucionarlos. Y puede que estemos perdiendo la oportunidad de enfocarlos desde el diagnóstico psiquiátrico, para poder establecer así la dimensión real de nuestros trastornos y alteraciones. Fijémonos por ejemplo en la sorprendente bipolaridad de dos discursos que, por llamativo que parezca, se mantienen activos en el candelero de la actualidad almeriense. Todos habrán escuchado alguna vez el recurrente aserto de que “Todo se va para el centro”, que ha servido para abanderar durante años la queja coreográfica de que la prestación de los servicios municipales es más esmerada en el centro y que ninguna obra importante se ponen en marcha en los diferentes barrios. De nada sirve que los hechos demuestren que ese argumento es falso, como prueba por ejemplo que la obra civil más cara de la historia de Almería, el inicio del soterramiento, se esté haciendo ahora mismo en el Puche. Y es que el argumento es tan redondo que no importa que pueda ser rebatido con datos: en Almería todo va para el centro, y punto. Pero si les hablaba antes de la bipolaridad es porque en paralelo a ese discurso hay quien dice que ese centro está abandonado a su suerte. “El centro se muere”, habrán escuchado o leído estos días. Es decir, que si hacemos caso de la Coral Vajillas del Agravio, en Almería todo se va para el centro, pero ese centro se muere. Las dos cosas a la vez. Como ven, se trata de dos afirmaciones antitéticas e incompatibles que pueden acabar generando cuadros de confusión en quien se tome al pie de la letra las cosas que se dicen y se publican en Almería. Eso sí, siempre podemos aprovechar las dos teorías en una apuesta combinada por la pesadumbre: “Se informa de que el centro se muere para que así nos olvidemos de los barrios, que están abandonados”. Y así, todos felices en la infelicidad. 






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