La organización internacional desarticulada por la Policía Nacional en el marco de la Operación Trópico tenía una lista de espera para embarcar en lanchas con rumbo a España.
Los migrantes, argelinos en su mayoría, esperaban hasta un año para poder optar a un hueco en las conocidas como narcolanchas, reconvertidas en ‘pateras de lujo’, según información de Europol consultada por LA VOZ DE ALMERÍA.
Según la investigación, los 26 detenidos participaban de un grupo organizado para la introducción de inmigrantes irregulares. Los agentes sospechas de la llegada de unos 850 argelinos por la ruta del Mar de Alborán y unos 50 marroquíes por el Estrecho de Gibraltar, la vía más reciente.
Los traficantes cobraban hasta 2.500 euros por viajar en las embarcaciones y otros 500 euros por la cobertura en tierra. La organización tenía una alta demanda porque, a diferencia de cualquier otro sistema de introducción, ofrecían altas posibilidades de éxito.
Las lanchas rápidas utilizadas tradicionalmente para tráfico de hachií y tabaco de contrabando eran ahora usadas como lanzaderas de inmigrantes irregulares. En menores de tres horas eran capaces de cubrir la ruta de Orán a Almería, descargar en la orilla y regresar. Aunque los radares detectaran su llegada, la velocidad de la maniobra dificultaba las operaciones de captura.
“Los migrantes esperaron casi un año para tener una oportunidad de hacer el viaje a través del Mar de Alborán”, señala Europol. “La banda de contrabando ganó una cantidad considerable de dinero de esta actividad criminal. El lucrativo propósito del grupo criminal se refleja en el hecho de que los migrantes, que carecían de medios económicos suficientes para llegar a su destino final, fueron abandonados en las autopistas o retenidos en casas propiedad de la organización hasta que pagaron la cantidad acordada”.
Además, la investigación reflejó en sus informes las conexiones internacionales del grupo. Según Europol, además de las evidentes vinculos en el triángulo entre Marruecos, Argelia y España, la organización estaba ramificada por Bélgica, Francia y Suecia, donde presuntamente se daba cobertura a los inmigrantes desembarcados.
La introducción irregular de argelinos y marroquíes es especialmente significativa porque, a diferencia de los subsaharianos, sí existen acuerdos bilaterales de repatriación. Por eso buscan fórmulas para no ser detenidos en sus entradas y optan, de forma novedosa, por lanchas e incluso motos acuáticas.
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