Además de conductor del autobús urbano en Almería desde hace 25 años, Francisco Calatrava (Almería, 1967), es delegado de la Central Sindical Independiente y de Funcionarios (CSIF) y presidente del comité de empresa en Surbus. Casado y con dos hijos, dice que cuando acabe el confinamiento quiere, sobre todo, salir y hacer deporte. “Porque me gusta, y ahora mismo estoy baldado de no hacer nada. También tengo ganas de tomarme dos cervezas. Normalmente iba al gimnasio y corría. Ahora hago un poquito de ejercicio con una colchoneta de mi mujer, que hace pilates. Y listo”, dice, antes de enviar “muchos ánimos a todos los almerienses, que salimos de esta”.
Los conductores de autobuses urbanos están muy expuestos al contagio, ¿qué medidas de protección utilizan en Almería?
Ahora mismo guantes y gel nada más, porque la empresa está teniendo problemas para facilitarnos mascarillas. Estamos reclamando del tipo FFP-2 porque, efectivamente, estamos expuestos a contraer el virus pero también podemos ser un medio de propagación. En los autobuses se sube mucha gente y no sabemos si puede estar contagiada, o nosotros mismos, pues hay muchos casos asintomáticos.
El riesgo está siempre ahí, ¿siente miedo?
Tenemos miedo, porque no tenemos medios. Todos vamos a trabajar con preocupación. Los pasajeros normalmente tienen mascarillas, no sé de dónde las sacan. El Ayuntamiento no las ha aportado, a pesar de una orden ministerial que dice que los trabajadores del transporte deberían llevarlas. Llevo intentando hablar con él desde el día que empezó la alarma, como presidente del comité empresa de Csif, advirtiendo del riesgo, pero hasta ahora nadie se ha puesto en contacto conmigo. Ahora mismo nos sentimos totalmente desprotegidos.
¿Y la empresa no debería aportarlas?
Yo voy al Mercadona, que también es una gran empresa, y todos los empleados tienen mascarillas. Pertenecemos a una multinacional, con más de 15.000 de trabajadores, pero...
¿Se ha producido algún contagio entre los conductores?
Que tengamos conocimiento, hasta el momento no hay ningún contagiado, y a nadie se le han hecho las pruebas. Por suerte, tampoco se ha contagiado ningún familiar directo o conocidos.
¿A ustedes también les agradecen su trabajo estos días?
La gente nos trata con mucho respeto, y se muestra muy agradecida, el otro día en Villablanca y también en otros barrios nos han aplaudido. Nos están respetando y dando apoyo y ánimos.
A pesar de la separación en los vehículos, ¿se comenta lo que está pasando?
Sí se habla, hay mucha preocupación, pero sobre todo creo que más porque están preocupados por lo que se va a vivir después, de cómo estará el trabajo y cómo nos vamos a recuperar, por qué pasará el día después. Ahora sí, se tiene la lógica preocupación por si me infecto o no cada vez que salgo a la calle, pero hay más inquietud por lo que pasará cuando esto termine.
¿Que medidas se han aplicado en su empresa?
Se ha reducido el servicio al mínimo, algo que consideramos un error, y la ocupación se ha disminuido a 14 pasajeros por autobús. Se han medido los metros y se ha llegado a ese número para que mantengan un metro y medio de separación. Incluso la Guardia Civil está haciendo controles de ocupación.
¿Estos ajustes han afectado al servicio?
Desde que se han reducido los servicios hay algunos problemas. Al estar limitado el número de pasajeros por autobús a 14 personas, y sobre todo a primera o última hora, mucha gente se está quedando en tierra, como pasó sobre todo los primeros días con trabajadores sanitarios de Torrecárdenas y del Hospital de El Toyo. También ha pasado con quienes van a trabajar a los invernaderos y almacenes cercanos al aeropuerto. En la parada de Gregorio Marañón y la estación de autobuses suben los primeros y después no se coge a nadie más. El primer día, más de 40 personas también se quedaron en tierra. Hasta el día de hoy no se ha puesto solución.
¿Ve adecuado el confinamiento casi absoluto, no piensa que debería permitirse un respiro diario, para pasear o hacer deporte, como se hace en otros países?
Conociéndonos a los españoles, nos tomaríamos muchas libertades y todo el mundo estaría en la calle a todas horas. En Londres, donde trabaja mi hijo mayor, sí se permite salir una hora al día para hacer actividad física, sin desplazarse de la zona donde se vive, y se está cumpliendo de forma rigurosa. Aquí habrá un momento en que habrá que abrirlo. Si lo hicieran ahora estaríamos todos en la calle. Aquí ya sabemos cómo somos: he visto sacar a pasear 19 veces al perro.
¿Cómo está pasando este encierro?
Vivo en un piso, con mi mujer y mi hijo pequeño. Estoy haciendo un curso de formación y, como presidente del comité de empresa, estoy llevando el ERTE de los compañeros, también inscribiéndoles en el SAE.
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