Hoy tenemos un día de norte, gris, nubes bajas, humedad, olor a tierra mojada. Para no perder la cuenta, hoy es día 17 de abril de 2020, santos Aniceto, Elías, Isidoro, Hermógenes, Roberto y Esteban. Escucho ‘Dust in the Wind’ (Polvo en el viento), una balada del grupo Kansas. “Cierro los ojos/ solo por un momento/ y el momento pasa/ Todos mis sueños/ pasan por delante de mis ojos/ una curiosidad/ Polvo en el viento/ todo lo que somos es polvo en el viento”. Es una canción delicadamente triste, su mensaje es que todos volveremos al suelo. ¡Oye, oye! ¿Dónde vas? Retomo una cita de Aristóteles: “La felicidad es la finalidad última de la existencia humana”. Ya vamos bien.
Ayer o anteayer, no caigo ahora, escribí de un vídeo hermoso enviado por José Miguel Corral, la canción ‘Imagine’ subtitulada y en lenguaje de signos. Hoy pongo el enlace por si desean verlo, es recomendable, lo aseguro: https://youtu.be/xW8lxegZBvY. Llaman a la puerta. Abro con todas las precauciones habidas y por haber. Dos voluntarios me hacen entrega de mascarillas quirúrgicas que el Ayuntamiento de Mojácar reparte casa por casa. Gracias, gracias, gracias. Estos detalles llegan. Me consta que otros Ayuntamientos de la provincia también las reparten a domicilio.
En mi pobre entender, con el tema coronavirus soportamos una saturación de programas televisivos, radiofónicos y prensa diaria, amén de redes sociales, infames algunas de ellas. Abundan los iluminados, los entendidos en todo y las discrepancias entre virólogos, epidemiólogos, científicos, matemáticos…, que no sabía yo tal abundancia de expertos en nuestro país. El Gobierno, por otra parte, sugiere “controlar a los medios para evitar la difusión de noticias falsas”. Ni lo uno ni lo otro. Sólo faltaría vernos obligados a recibir información por medio del ‘parte diario’.
Pablo Iglesias se me hizo mármol hace un par de días. Va y dice, más o menos, “yo tengo mucha suerte y yo tengo jardín en mi casa para sacar a mis hijos”. Continúa con el blablablá sin vergüenza. Este tipo de gente, me gustaría decírselo cara a cara, desde su posición ahora privilegiada se han olvidado de lo que están padeciendo millones de personas en este país; te hace bajar a la demagogia barata de que ni él ni su mujer ministra están incluidos en ningún ERTE, no tienen que acercarse al banco a pedir la caridad de un préstamo, que no han de ajustarse a la tan cacareada renta mínima que no llega.
Les escribí de Nuno, el pequeñín vecino de arriba, el de las bolas de colores. De cuando en cuando me provoca dejando caer una bola por si se la devuelvo y comenzamos el juego. Dejo que tire tres o cuatro, impacientarle forma parte de la diversión, y, naturalmente, me asomo con rictus de enfado, ¿quién tira estas bolas? Yo, responde el chavalín. ¿Y te parece bien? Sí. Pues venga, tira, tira. Nuno se descontrola, no sabe cuál bola lanzarme. Su madre, Leonor, se disculpa, que me está dando la lata. Que como no tienen jardín ni pueden pasearle por la calle…, no se apure, Leonor, no molesta, ya sabe que yo, sin dudarlo, me quedo en casa.
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