El vehículo para en el arcén de la autovía y el ex presidiario desciende a la carrera. El quitamiedos, un pequeño barranco y 200 metros de campo seco y matorral. De repente, la reja perimetral a los pies del muro amarillo de El Acebuche. Coloca el paquete en la mano y lanza la mercancía por encima de paredes y alambre de espino. Conoce la prisión, estuvo dentro, y busca la complicidad en el patio de un módulo. Allí esperan las pastillas, el hachís, los móviles.
Agentes de la Guardia Civil han arrestado esta semana a tres personas acusadas de intentar introducir drogas en la prisión a través de lanzamientos de paquetes desde el exterior. Los traficantes pretendían colocar hachís, marihuana y fármacos para alimentar un mercado clandestino de enorme peligro para la salud de los internos y, más aún, para la seguridad de la cárcel de Almería.
Las detenciones se produjeron el lunes y el miércoles gracias a la colaboración entre el personal del centro penitenciario y la Guardia Civil encargada de la seguridad perimetral del penal. El Acebuche ha detectado en los últimos15 días la reaparición de este sistema de introducción de drogas que parecía desterrado. La crisis del coronavirus ha provocado la limitación de la paquetería y de las comunicaciones personales con el exterior y los traficantes han buscado una alternativa más rudimentaria para colocar sus paquetes.
Acceden siempre desde el norte, desde la Autovía del Mediterráneo, donde un coche espera para ofrecer cobertura en la fuga. La maniobra dura apenas unos minutos y se beneficia del conocimiento de los implicados, que han cumplido condena dentro y saben la distribución de los patios, los módulos, las distancias y los horarios.
La Guardia Civil consiguió frustrar los dos intentos de esta semana gracias a la alerta lanzada desde las garitas que coronan el muro circundante. En el primer caso, dos personas alcanzaron una zona próxima a la prisión, pero los agentes los arrestaron antes de llegar efectuar el lanzamiento. Luego, los perros de la Unidad Cinológica de la Guardia Civil rastrearon el entorno y hallaron más de 100 gramos de resina de hachís en dos trozos escondidos entre la maleza.
Por su parte, en el caso registrado este miércoles, el detenido consiguió arrojar el paquete por encima de la valla y el muro exterior con poco éxito. La mercancía cayó muy lejos de su objetivo, en un amplio pasillo perimetral que sirve de auténtico cortafuegos en la seguridad de la cárcel de Almería.
La mercancía
Los agentes arrestaron al presunto traficantes acusado de enviar 40 pastillas de trankimazin, 32 gramos de hachís, 120 gramos de marihuana, tres teléfonos móviles y un cable cargador. Consultado sobre la intervención, Miguel Ángel de la Cruz, director de El Acebuche, agradeció “la brillante intervención de la Guardia Civil” y destacó su valor para mantener la seguridad en el centro y la salud pública.
Además, el director del centro penitenciario subrayó el esfuerzo realizado por la Policía Nacional para vigilar las inmediaciones dentro de sus planes preventivos de seguridad ciudadana.
Las cantidades de droga intervenidas suponen un salto cualitativo en el fantasma del menudeo en la prisión. Estas sustancias suponen miles de euros en el mercado clandestino y requieren cierta planificación para su distribución.
El Acebuche ha fortalecido en las últimas semanas su control de las inmediaciones y también la investigación interna. La colaboración con estos envíos no solo supone medidas disciplinarias, sino que pueden derivar en diligencias penales y, por tanto, en nuevas condenas para los implicados, estén dentro o fuera de la cárcel.
La venta y el consumo de drogas bloquea los programas de reeducación de los reclusos y causa incidentes que pueden suponer un serio riesgo para la integridad de internos y personal de la prisión. Para minimizar el impacto de este pequeño narcotráfico, El Acebuche cuenta con los registros de la Unidad Canina de la Policía Nacional y la Unidad Cinológica de la Guardia Civil, así como una serie de controles exhaustivos desarrollados por los propios funcionarios en la paquetería, en las visitas y en las dependencias interiores del recinto.
Envueltos en plástico y calcetines con marcas
Los lanzamientos de drogas y teléfonos no suponen un peligro desconocido en las cárceles. Los traficantes buscan alcanzar los patios de los módulos con pequeños paquetes. Hace años El Acebuche tuvo que cambiar la seguridad en el entorno de los aparcamientos para visitas tras detectar envíos dentro de pelotas de tenis. Esta actividad parecía desterrada hasta la actual crisis del coronavirus, que ha llevado a nuevos incidentes, esta vez desde el norte. Los implicados usan drogas envueltas en plástico, calcetines, camisetas y distintos jirones de telas y forros. Además, la mercancía hallada en las últimas semanas apunta a la existencia de varios destinatarios, con paquetes marcados de forma diferente para identificar a su propietario, como se hace de forma frecuente en los grandes alijos de hachís y cocaína.
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