Alba Fuillerat Cortés (Almería, 1989) ha dejado su ‘cómodo’ trabajo como enfermera en cuidados dependientes y paliativos pediátricos a domicilio para unirse a la batalla contra el coronavirus en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Universitario Tallaght de Dublín. Casada y sin hijos, emigró hace tres años a Irlanda porque no pudo conseguir un trabajo estable en su Almería, que sigue llevando muy dentro. “Cuando todo esto termine correré a bañarme en mi paraíso de Cabo de Gata-Nijar, me comeré una buena paella en la Isleta del Moro con mi familia y mis amigas y beberé una cerveza bien fresquita. Espero que sea pronto”, dice.
¿Cómo es su trabajo?
En la UCI actualmente tenemos nueve camas y todas ellas con casos positivos. Hemos tenido que adaptar otros servicios para servir como una extensión de cuidados intensivos. Cuando llego a mi trabajo cada día me siento como en una guerra, me pongo la armadura, el casco y me armo de valor al entrar en cada habitación, pero con la diferencia de que en esta guerra no tengo armas. Ahora estamos paliando y restaurando la salud de los afectados por covid-19 sin ningún tipo de medicina específica. Mis compañeros van cayendo poco a poco. Tengo asumido que algún día me tocará a mi también.
¿Cuál es la situación en Dublín, y en sus hospitales?
La curva de contagios está bajando, pero hay repuntes. En la República de Irlanda tenemos ya 20.612 casos positivos y 1.232 fallecidos. Para ser un país con una población de 4,7 millones de habitantes es bastante. Los hospitales públicos han estado hasta hace poco a casi el desborde. Los privados se reservaron para actuar como alivio, pero por ahora no ha sido necesario. Las residencias de ancianos han sido las más afectadas sin duda alguna, con una notable falta de actuación a tiempo.
¿Cómo será allí la desescalada?
Acaba de actualizarse el plan para Irlanda. Seguiremos dos semanas más de confinamiento, hasta el 18 de mayo, entonces la gente que trabaja en tiendas minoritarias podrá abrir, la construcción volverá a funcionar y empezarán cinco fases, de mayo a septiembre y quizás se alargue a más. Pero por ahora se habla con mucha cautela, ya que los números de contagios por día son importantes.
¿Cuál es el perfil más habitual de los pacientes?
Antes se trataba a personas con varias patologías a las espaldas, pero ahora atendemos a personas que no tienen ninguna enfermedad previa, que estaban totalmente sanos y que solamente tienen el virus, algo que choca. Lo que más me marcó fue el ingreso de un hombre una madrugada. Lo tuvimos que intubar, pero antes hizo una videollamada con sus familiares para despedirse. No sabíamos si sería una despedida temporal o para siempre. Ya sedado e intubado, su móvil seguía vibrando pero tuve que armarme de valor suficiente para apagar ese teléfono al que le entraban mensajitos con corazones de su familia. Nunca antes me había supuesto tanto dolor apagar un móvil. El paciente sigue hoy en la unidad.
¿Qué se dice allí de España?
A España se la mira con aprecio, todos adoran España. Siempre me preguntan por cómo van las cosas por allí, son muy atentos. En las noticias se habla con frecuencia de su situación. Quizás lo más criticado por los irlandeses es la poca ayuda por parte del Gobierno a los autónomos y afectados por los ERTE, ya que aquí las ayudas son mayores a estos últimos, de 350 euros por semana.
¿Se critica entonces al Gobierno?
En ciertas ocasiones se ha hablado de la compra de ventiladores que han llegado tarde, o de la compra, utilización y posterior retirada de mascarillas no homologadas. También se dice que ha tomado unas de las medidas más duras de Europa en referencia al plan de confinamiento, y se le ha reprochado no dejar salir a los niños en 42 días.
¿En Dublín también les aplauden?
No como en España, aunque al conocerse que allí se aplaudía se ha hecho, un par de veces nada más. Aquí nos homenajean enviándonos postales de niños y mayores a los hospitales y residencias. Los irlandeses han hecho un montón de donaciones de dinero, que se ha destinado a que el personal sanitario pueda tener las comidas cubiertas y también para material sanitario. Son muchos los regalos que recibimos casi cada día, flores de las floristerías, bolsas de ropa de la tienda Primark, packs de crema de manos y enseres de aseo.
¿Cuenta con medios de protección adecuados?
Sí, y en cantidad, por lo menos en mi servicio, algo que me sorprendió bastante al incorporarme. Yo me puedo cambiar al día unas diez o doce veces, de cabeza a los pies, ya que los pacientes están en su habitación individual y tengo que salir y entrar de zona libre de coronavirus a zona positiva. Los trajes y mascarillas son de muy buena calidad. Siempre hay dos personas formadas que te supervisan para que te vistas y desvistas bien y por pasos. Pero he escuchado que en planta no tienen estos ‘privilegios’.
¿Es también elevado el número de sanitarios contagiados?
No tanto como en España, pero es elevado con respecto al número total de contagios en la isla. Es difícil encontrar cifras exactas y actualizadas sobre este tema, pero es fácil pasearse por el hospital y preguntar a cualquier sanitario, te dirá que el 50% de la plantilla de su planta ha caído.
¿Cuándo decidió marcharse a Irlanda?
Me fui de Almería hace tres años. Fue una decisión dura pero sabía que llegaría, ya que no conseguí en la provincia un trabajo estable ni que me pudiera mantener fuera del núcleo familiar. Me informé sobre muchos países de habla inglesa (EEUU, Inglaterra, Irlanda, Namibia incluso…) pero la ganadora fue la capital de Irlanda, Dublín por ser una ciudad donde hay una alta valoración al sanitario y por su cercanía con España.
¿Cuál es su situación allí, tiene alguna familia, pareja?
Vivo en un pequeño y cómodo apartamento en el sur de Dublín con mi marido. Él es todo mi apoyo aquí. Toda mi familia sigue en Almería y parece ser que no los veré en persona por mucho tiempo.
¿Tiene amigos o conocidos que hayan sufrido la enfermedad?
Pues tengo a una de mis pocas amistades en Dublín, una enfermera que trabaja en otro hospital, que es positivo, aunque lo lleva bien.
¿Qué le dicen sus familiares en Almería, quiere volver?
Tengo muchísimas ganas de visitarlos. Almería es mi medicina, sus playas, su gente, sus tapas… Normalmente ya estaría allí, viajo muy a menudo, ya que trabajo tres días a la semana. No hay día en que mis padres no me hagan una videollamada. Siempre me dan ánimos y buenas palabras. Todos ellos me sostienen en esto, mi hermano David, mis primos y mis amigas del alma. Pero reconozco que ahora soy un peligro para todos ellos y no los veré en mucho tiempo por precaución.
¿Cómo cree que ha gestionado esta pandemia en España y en Irlanda?
No hay día en que no vea las noticias españolas. Las he seguido muy de cerca. Creo que no se le dio importancia al principio, especialmente en ciertas comunidades autónomas. Cuando os agitó de lleno la ola ya era tarde y encima los medios eran bien escasos, ahí fue cuando todo el mundo se dio cuenta de la importancia de la sanidad pública. Estáis empezando a ver una pequeña luz al final del túnel pero veo que hay desesperación y ya se está empezando a olvidar que el virus sigue ahí fuera y no hay ni habrá vacuna hasta cierto tiempo. Veo que algunos españoles están cansados del confinamiento y queréis volver a la vida de antes rápido, pero hay que reconocer que eso no va a pasar, esta situación ha marcado un antes y un después a nuestras costumbres. Tenemos que cambiar y adaptarnos a una sociedad "distante" hasta que no haya vacuna, si no volveremos a las mismas.
Irlanda tuvo bastante presente el ejemplo de Italia y España y el confinamiento y las restricciones empezaron casi a la misma vez que en España, y eso que tenía menos de 90 casos en toda la República, pero fue muy cautelosa. Los medios de comunicación resaltaron la rápida actuación del gobierno irlandés en comparación con el de su vecino inglés, ya que su primer ministro decidió no confinar a su población y podemos ver a día de hoy los resultados.
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