En una crisis tan difícil de gestionar como esta, los líderes suben y bajan como si cotizaran en Bolsa. Una parte de ellos, al final, serán barridos electoralmente por tomar decisiones impopulares para salvaguardar vidas. Aunque de toda guerra surgen generales victoriosos y algunos, como Eisenhower, llegan a la presidencia de su país. Por lo que llevamos de combate, ya sabemos, con datos objetivos, que la crisis se ha gestionado mejor en los diez países que tienen una mujer al frente, desde Alemania a Nueva Zelanda. Liderazgos admirables.
Por partidos, en España, pueden salir muy reforzados, en el PP, el alcalde de Madrid, Martínez Almeida, disparado en las encuestas, Núñez Feijóo en Galicia y Mañueco en Castilla y León. La sensatez es su línea común; son gente que antepone gestión a gesticulación comunicativa.
En el PSOE destacan los presidentes de Extremadura y Asturias; el valenciano Ximo Puig, que aclaró en público a su partido que “lealtad no es sumisión”; Francina Armengol, de Baleares, una farmacéutica que manda; o el presidente canario, Ángel Víctor Torres, forjador de consensos.
Sigan a Inés Arrimadas. Acaba de revalidar la estabilidad de los gobiernos que comparte con el PP pero, al apoyar puntualmente al Presidente Sánchez, ha puesto en dificultades a Pablo Casado en el Congreso. En la última votación de la prórroga del estado de alarma, el PP quedó como “prescindible”. Estaba en el “no” y pasó a la abstención, pero ya daba igual lo que votara. “Es una locura no apoyar las medidas, a la vista de los datos que manejamos”, estima la presidenta del partido naranja. Los datos se traducen en que no hay un solo médico en Madrid que haya recomendado públicamente adelantar de fase en el confinamiento. ¿Saben de alguno? Un partido entre los dos bloques puede ser relevante si hace política útil. El resultado es claro: con solo diez diputados y Arrimadas al frente, Ciudadanos es algo. Con 57 diputados y Rivera al mando, Ciudadanos quedó en casi nada. Solo náufragos.
Pero no únicamente en política hay oscilaciones de liderazgos; también se dan en el mundo empresarial, con opciones importantes poco conocidas, incluso en instancias oficiales. Deberían refrescarse los criterios de representatividad a la hora de componer mesas de reconstrucción y de diálogo básicas para remontar la economía. No todo se acaba en la CEOE, la CEPYME y los autónomos. Existen otras realidades muy importantes y no convocadas. Clama al cielo, el caso de la economía social. ¿Saben en el Congreso lo que es CEPES, la patronal de la economía social? Los diputados deberían conocer que representa, por sus cooperativas, mutualidades, cofradías de pescadores y otras entidades de gestión, hasta el 13 por ciento del Producto Interior Bruto; o sea, más que el turismo. Lo desconocen, claro, ya que esa entidad no ha sido invitada a la mesa de la reconstrucción, a pesar de que fue un actor clave en la salida de la crisis de 2008. ¿Saben, los que lo deben saber, que AECOC representa a treinta mil empresas de la producción y la distribución en España, o sea el mayor número de entidades afiliadas después de la CEOE? Sus afiliados representan el 20 por ciento del PIB español y 4,5 millones de empleos. Pregunten a un diputado al azar y lo normal es que no tenga noticia. Tiempo de crisis y de revisión de liderazgos.
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