José Miguel López Manrique iba a cumplir 62 años y hacía planes con su esposa Juani Negrillo López. Se ha ido de este mundo como lo vivió, pendiente de los demás. Generoso que culminó al donar todos sus órganos para hacerles la vida más cómoda a otros.
Un gran hombre que dedicó toda su vida al comercio. Era una de las personas más cualificadas de Marín Rosa. Cuando el gran almacén emblemático de moda echó la persiana, José Miguel no se fue al paro. Con la indemnización y las ayudas de la Junta de Andalucía, en 2009, dijo que no se iba a quedar parado.
Montó e impulsó, junto a su socio Juan Ginel Sánchez Almeritex, Representaciones SLL con base comercial en el Polígono La Juaida. Se echó a la carretera para recordar sus inicios en el comercio. Viajó por malas carreteras. Cuando no había autovías, y debía pernoctar elegía sitios de solera como en Terraza Carmona de Vera o La Parrilla de Albox.
Consolidó buena amistad con los hijos de Antonio Carmona y Juan Pedro Carrillo. En los últimos años se centró en su buena y fiel clientela de las provincias de Granada, Jaén y en varias comarcas de Córdoba. Los viernes ya estaba de regreso en casa para atender a sus grandes pasiones.
La familia, con sus tres hijos y el nieto Hugo que crece “y era su luz”. Su cuñada es Laura Negrillo, Premio Andaluz Persona Voluntaria que desde 2012 trabaja con Cruz Roja, Familias de Nazaret, Misioneras Cruzadas o Asociación de Ayuda a los Presos. Su padre, funcionario en las antiguas Mutualidades Laborales y árbitro, le metió el gusanillo del fútbol y es socio desde siempre. En el Almería-Alcorcón de los almerienses Fran Fernández y Héctor se guardó un minuto de silencio.
La última conversación que mantuve se produjo durante la reclusión por el coronavirus. Expresó preocupación por la pandemia. Hablaba con afecto de su hijos José Miguel, Fernando y Sergio. Este vivió una odisea, junto a su pareja Joana Rocina. Se encontraban en Europa por motivos profesionales y no veían la manera de regresar.
Pasaron días hasta que el Gobierno fletó un avión desde Bucarest, pudiendo regresar a casa. Soñaba con viajar con su esposa por todas partes cuando le llegara la jubilación. Incluso estaba pensando en un fin de semana mostrar a sus vecinos Pepi y Sebas la zona de los Vélez y el restaurante Espadín de Vélez Rubio.
El sector del comercio y la representación tuvieron el privilegio de conocer a una persona especial, comprometido con su barrio de Nueva Andalucía, con una gran peña de amigos encabezados por Pepe Cánovas.
Por razones de su trabajo, era un gran consumidor de la radio y tenía devoción por el periodista Eduardo del Pino y sus publicaciones con temas almerienses.
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