La misa funeral por Diego Alarcón registró un lleno total en la Patrona

El Santuario de la Virgen del Mar acogió la misa-funeral por el eterno descanso de su alma del magistrado almeriense Diego Miguel Alarcón Candela, Cruz Distinguida de 1ª clase de la Orden de San Raimundo de Peñafort y Colegiado de Honor del Colegio Oficial de Graduados Sociales.

Su viuda, Beatriz Bravo Garzolini; sus hijas, Beatriz y Mª del Mar, así como sus hijos políticos, Carlos Yagüe y José Luis Abel; junto a los hermanos del que fuera ilustre magistrado almeriense, Concha, Mª del Mar y Manuel Joaquín Alarcón Candela, y demás familiares estuvieron arropados por una amplia representación social almeriense, llenando en su totalidad el templo de la Patrona. 

La celebración eucarística estuvo presidida por el padre Francisco Panero, Orden de Predicadores; y concelebrada por el canónigo de la Catedral de la Encarnación, Juan Torrecillas; y Fernando Peña, párroco de la de la parroquia de San Urbano de la Cañada.

Entre los asistentes se encontraba una amplia representación de la judicatura entre los que destacó  el que fuera teniente fiscal de la Audiencia Provincial de Almería, Fernando Brea. El Colegio de Graduados Sociales estuvo representado por su presidenta, Mª del Mar Ayala, que asistió acompañada por el también graduado social, Miguel Ángel Tortosa, entre otros.

Liturgia de la Palabra

El padre Francisco Panero, de la Orden de Predicadores fundada por Santo Domingo de Guzmán, en su homilía destacó la figura de Diego Miguel Alarcón Candela quien “vivió su vida tratando de ser cristiano, practicando su fe, sabiendo ser profesional honrado y sabiendo ser buen esposo, buen padre y abuelo”, señaló el padre Francisco. 

El padre dominico continuó su homilía brindado un mensaje de esperanza para su esposa, hijas, yernos y hermanos, “En la tradición africana, los que mueren son los protectores de la familia, lo que nosotros llamamos santos. Están protegiendo a la familia, intercediendo por ella”, dijo el padre dominico concluyendo la misa con el responso por el alma de Diego Miguel Alarcón Candela.