Las calles que llevaban galones

Eduardo de Vicente
07:00 • 21 jul. 2020

Todavía quedan en el callejero de la ciudad algunas calles con galones, calles que en su día fueron dedicadas a ilustres militares que hicieron méritos en tiempos de guerra. 



La calle que tuvo el grado más alto en el escalafón castrense fue el Paseo, que tras llevar el nombre del Príncipe y después de la República, fue bautizado al terminar la guerra civil como Paseo del Generalísimo, en honor a Franco. 



Todavía sigue llevando el nombre de un militar la calle donde estuvo el cine Hesperia, que rinde homenaje a don Enrique Segura Campoy, el valiente ‘General Segura’, natural de Cuevas, que hizo carrera jugándose la vida en los frentes. La suya fue una vocación juvenil, desde que en 1863, con apenas 18 años de edad, se fue de voluntario al ejército. Desde los escalafones más bajos, primero como soldado raso y luego desde cabo y sargento, fue ascendiendo hasta obtener el cargo de general, destacando siempre por su valentía, siendo condecorado en varias ocasiones por sus hazañas en la guerra Carlista y en la guerra de Cuba. Su calle, la calle General Segura, sigue conservando con justicia su nombre, uniendo la calle de Arapiles con la Rambla a través del Paseo. 



La costumbre de utilizar los nombres de las calles para homenajear a militares se convirtió en una moda al terminar la guerra civil. Las autoridades de Falange quisieron agradecer la labor prestada durante los tres años de contienda a varios generales del ejército franquista. En el mes de abril de 1939 el Ayuntamiento de Almería tomó la decisión de darle una alegría a don Andrés Saliquet por ser natural de Fiñana, por haber sido el primer coronel que tuvo el Regimiento de la Corona de Almería y por sus méritos militares durante la guerra civil. Tantos méritos reunía el general de los bigotes largos que las autoridades municipales no se conformaron con dedicarle un callejón de barrio, sino que le quitaron su histórico nombre a la calle de Granada para llamarla calle del General Saliquet.



En aquel día de abril de 1939, la comisión gestora municipal decidió nombrar hijos adoptivos de la ciudad tanto al señor Saliquet como al General Rada, al que también lo obsequiaron con el nombre de una calle, la antigua de Sebastián Pérez, que unía la Plaza Flores y el Paseo. También en esos primeros meses nada más terminar la guerra, se le dio el nombre del General Tamayo a la antigua calle del Instituto, que iba desde la Plaza de Santo Domingo al Paseo, y a la muy antigua calle de la Reina la bautizaron con el nombre de Queipo de Llano, otro destacado militar del bando vencedor.



La República también repartió  calles a militares ilustres. En 1931 se le quitó el nombre a la calle Real de la Cárcel para dedicársela al General Riego; a la calle Reina Regente, entre el Boulevard y el Parque, la llamaron del General Villacampa, y a la calle de Martínez Campos le cambiaron la denominación para rendirle homenaje al capitán Galán, elevado a la categoría de héroe póstumo nada más proclamarse la Segunda República por haberse sublevado contra la monarquía en 1930.



En el barrio de las Cruces todavía existe una calle castrense, dedicada al General Prim, y otra que lleva el nombre de General. Entre el Cuartel de la Misericordia y la Avenida del Mar se extiende la  calle del General Luque y en el corazón del casco histórico, junto a la Catedral, aparece la Plaza del General Castaños, conocida actualmente como la Plaza del Granero.



El militar almeriense Fernando Álvarez de Sotomayor, uno de los artífices de la construcción del campamento de Viator que lleva su nombre, también llegó a tener su calle en Almería. Era la antigua calle de Quesada, transformada hoy en el último tramo por el sur de la calle Reyes Católicos.  Otra calle de la ciudad que recuerda la figura de un militar, es la calle del Capitán García Andújar, que partiendo de la calle de Granada sube paralela a la Avenida de Vílches. Recuerda este lugar a un valeroso oficial que pasó a la mitología popular cuando se conoció la noticia de su muerte en África. En la noche del 28 de octubre de 1921 el diario ABC llegó a la estación de Almería con la confirmación de la muerte del militar almeriense Agustín García Andújar mientras defendía la plaza de Melilla. La ciudad lloró su muerte y le dedicó una calle en el barrio en el que había nacido.



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