Cuando se derriba un viejo edificio se van con él muchas de las historias que formaron parte de su existencia. Historias de las gentes que lo habitaron e historias de los comercios que con mejor o peor fortuna intentaron abrirse paso entre sus muros.
Muchos de los edificios antiguos de la ciudad los recordamos por los negocios que allí florecieron: la casa de Almacenes El Águila en el Paseo; el edificio de Segura y el de la ferretería Vulcano en la Puerta de Purchena; el de la casa de los Cuadros y el del Rinconcillo en la plaza de Manuel Pérez...
En estos días de agosto hemos perdido otro grupo de casas antiguas que muy deterioradas, amenazaban con venirse abajo en el centro de la ciudad, en la esquina donde confluye la calle del Conde Ofalia con la calle de Trajano, enfrente de la histórica droguería Puerta del Sol, cerrada ya desde hace varios años.
Con el derribo de este último edificio se van también los últimos rescoldos de los recuerdos que quedaban de la antigua administración de lotería ‘Virgen del Mar’, que durante cerca de medio siglo repartió sueños y dinero a sus clientes. Estuvo abierta hasta el invierno del año 2007 cuando se vio obligada a echar el cierre tras el fallecimiento de la que había sido su dueña durante décadas, la señora doña Inocencia García Esteban.
Detrás quedaron muchos años de gloria en la que el despacho de la antigua calle de la Vega llegó a tener fama de talismán para muchos amantes del juego. Había quien aseguraba que estaba bendecida por la propia Virgen que le daba su nombre y llegó a ser tan grande la fama que en los años ochenta agotaba todas las papeletas de Navidad varias semanas antes del sorteo. Eran los años dorados, cuando la dueña, doña Inocencia, tenía que convertirse en una empleada más para echarle una mano a su eterno colaborador, Juan Pedro León Tamayo, el alma mater del negocio, el hombre que desde 1975 dirigió la administración dejando en su trayectoria un sello de honradez que fue una de las esencias del establecimiento. Cuántas horas pasaba el señor León detrás del mostrador y cuántas veces le pedía a la Patrona que le echara un capotazo. “Este año toca”, era una de las frases que más repetía, queriendo invocar un sueño que llegó a hacerse realidad en varias ocasiones.
Todavía se recuerda en Almería los más de doscientos millones de pesetas que aquella humilde administración repartió por la ciudad en diciembre de 1984 con el número 38.791. Dos años después volvió a estar tocada por los dioses, repartiendo otros doscientos millones con la lotería nacional. Cuando la suerte tocaba en su puerta, doña Inocencia y su empleado se convertían en héroes por un día y a la mañana siguiente aparecían retratados en los periódicos y sus voces sonaban en las emisoras de radio.
En aquellos años ese primer tramo de la calle de Trajano donde aparecía la administración de lotería tenía mucha fuerza comercial por la presencia de algunos negocios de gran importancia como la droguería Puerta del Sol y el bar La Charca, que entonces era uno de los más importantes de la ‘movida cervecera’ de la época.
Todavía llevo grabada en la memoria la imagen de Juan Pedro León Tamayo, el empleado, haciendo las cuentas en la trastienda unos días antes de que el negocio echara el cierre. La dueña acababa de morir y la vieja administración ya formaba parte de la historia. Juan Pedro repasaba las carpetas de los clientes para dejarlo todo atado antes del cierre y que la despedida no perjudicara a nadie.
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