El exportero del Españyol y Málaga, Carlos Kameni, denunció que el pasado martes su hijo sufrió una agresión verbal de tintes racistas por parte de un compañero, también en edad escolar. De ahí que encendiera la alerta roja para subrayar que la mala educación viene de los padres, antes que del colegio. “Si un niño de 10 años tiene esa agresividad de decirle a su amigo negro de mierda es porque en casa existe esa agresividad. Lo malo es que lo llevo viviendo a lo largo de mi carrera y sufrido bastantes insultos racistas”.
Kameni, un tipo tranquilo, de 36 años, con inmaculada camisa blanca, relató sus peores experiencias futboleras. Precisamente esas que no tienen que ver con el deporte. Los insultos racistas, que tantos ha vivido en su carrera deportiva, ya no tienen capacidad de sacarlo de sus casillas. Solo le entristecen. Le entristece la falta de educación y respeto, que deben ser cultivada desde la cuna de casa. La valentía en aplicar medidas disciplinarias y punitivas para aquellos que hagan semejante afrenta contra la dignidad humana deben ser, según el guardameta, la vía para la reeducación. Tal vez el ser humano no entienda el respeto sino es mediante una grave multa, cómo las de tráfico por no llevar el cinturón de seguridad, pusieron como ejemplo el director de Marca Juan Ignacio Gallardo y el responsable de Deportes de la Agencia Efe, Luis Villarejo, al que tuve el privilegio de moderar. Kameni pidió a los asistentes que fuéramos activos denunciando cualquier situación que se produzca.
Los no racistas tienden a ser espectadores, dijo el psicólogo y exjugador de la NBA, John Amaechi, desde la BBC. No dirán ni harán nada. En cambio, un antirracista hablará y denunciará. En esa línea, Kameni pidió a los árbitros que se atrevan a parar los partidos: “Los insultos más graves los he sufrido aunque parezca increíble de un grupo de ultras de mi propio club, el Espanyol, y solo he tenido consuelo de árbitros y adversarios cuando el partido ha acabado”.
Los expedientes a clubes de fútbol por apoyar a sus grupos ultra de hinchas se comenzaron a abrir, tras la Ley de Zapatero frente al racismo y la xenofobia. La LFP viene trabajando, incluida la UD Almería y sus categorías inferiores, para acabar con esa lacra. Parar un partido e identificar al ultra que profiere violencia verbal debe ser tarea del videoarbitraje (VAR). ¿Perdemos cinco minutos en una jugada intrascendente y no somos capaces de parar para identificar a un ultra?, se preguntó Kameni en diálogo con Ángel Roldán. La voz templada del popular portero camerunés llena de emoción y sentimiento, conmovió al auditorio que agradeció interrumpiendo en varias ocasiones con aplausos sinceros. Ya en la distancia corta, con un café, se hizo fotos, compartió con la gente y contó anécdotas con amabilidad y simpatía. Insistiendo, siempre: “la clave es la educación que damos a los niños”
El alcalde de Almería, Ramón Fernández-Pacheco, se comprometió a “sumar esfuerzos en la construcción de una sociedad tolerante y respetuosa”.
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