Esta mañana se ha celebrado en la céntrica iglesia de San Pedro de Almería la misa funeral por Antonio García Ferrer, diplomático de tan solo 51 años que falleció el domingo en Madrid por causas naturales y de manera inesperada. García Ferrer ocupaba en la actualidad el puesto de director de la Oficina de Asuntos de Gibraltar del Ministerio de Asuntos Exteriores, y su muerte ha dejado una honda consternación en sus familiares, amigos y compañeros.
Aunque nació por cuestiones circunstanciales en Madrid, García Ferrer pertenece a dos familias de hondos orígenes almerienses. En esta ciudad pasó toda su infancia y juventud, y desarrolló sus estudios en el colegio La Salle, hasta que marchó a la capital de España para la formación universitaria. Hijo único, venía con mucha frecuencia a su provincia de origen para acompañar a su madre, quien ha recibido la noticia como un auténtico mazazo. En Almería mantenía una extensa red familiar con la que guardaba frecuente contacto.
Negociador del brexit
Antonio García era muy apreciado entre sus colegas de profesión. De hecho, la noticia pública de su muerte sorpresiva la dio este lunes la Asociación de Diplomáticos Españoles en su cuenta de Twitter. "Grandísimo diplomático y mejor persona", ha lamentado la asociación en una publicación.
García Ferrer, diplomático desde el año 1996, fue nombrado en junio de 2015 responsable de esta oficina que se ocupa de los asuntos del Peñón en el Ministerio, y como tal formaba parte de las negociaciones en el marco del Brexit. Anteriormente había desempeñado puestos en las embajadas de España en Roma, Seúl, Varsovia y Yakarta.
"Su profesionalidad intachable, creativa, serena y determinada en 'el problema', espinoso, de la diplomacia española, sólo se veía superada por su bondad, solidaridad, objetividad, y sentido del humor, ha escrito de él en Twitter el ex secretario de Estado para la UE Marco Aguiriano, que trabajó con él 20 meses durante el periodo de Borrell al frente de Exteriores.
Hijo de Antonio García Gilabert, interventor del Banco de España, y de Josefa Ferrer, hija a su vez de un médico con orígenes en Uleila, vivió toda su infancia en el Paseo de Almería hasta que marchó a Madrid para estudiar Derecho y, posteriormente, desarrolló la carrera diplomática. A pesar de residir desde hace décadas fuera de la provincia, mantuvo siempre sus amistades de juventud del colegio La Salle, que estos días lo han recordado por su talante bondadoso, por su amor a la lectura y su trato afectuoso.
El cuerpo de Antonio García Ferrer fue trasladado este martes desde Madrid hasta el tanatorio de Almería. En la céntrica iglesia de San Pedro Apóstol tuvo lugar la misa funeral, para posteriormente ser enterrado en el panteón familiar en el cementerio de San José.
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