Boubakar cruzó el desierto en un camión, el mar en una lancha de goma y la península en una autobús hasta la frontera francesa, apenas armado con una bolsa de comida y unos pocos efectos personales en la mochila.
Louedi y Khalifa partieron de una playa cercana a Orán en una barca de fibra, cuando octubre enfriaba Alborán. Tocaron tierra a bordo de una patrullera de la Guardia Civil y calentaron sus cuerpos bajo las mantas de la Cruz Roja en el Puerto de Almería.
Poco se sabe de los argelinos puestos en libertad que deambulaban hace unas semanas por el Parque Nicolás Salmerón y menos aún de los 190 muertos este año cuando intentaban alcanzar la costa.
Almería cuenta 5.396 historias de inmigración en 2020, una por cada ciudadano subsahariano, argelino, marroquí o asiático localizado en una patera en su litoral. La cifra supone una bajada de la migración irregular hasta la provincia del 16,5 por ciento respecto a la estadística de 2019, pero muestra los efectos de las nuevas tendencias en las rutas utilizadas por las mafias para el tráfico de personas.
En primer lugar, Argelia se ha convertido en el principal foco de emisión de pateras. El severo cierre de fronteras en Marruecos durante la pandemia y los acuerdos alcanzados con España han terminado por desplazar el foco hacia el este.
Más de dos tercios de los inmigrantes detectados este año proceden de Argelia, de playas desde Beni Saf hasta Sidi Ali. Se desplazan por tierra desde zonas interiores y llegan al Mediterráneo con la mirada puesta en Almería y Murcia. Son fruto de la grave crisis política argelina y son conocidos como ‘harragas’, jóvenes expatriados que sueñan instalarse en España, Francia, Bélgica u Holanda.
Cambio de paradigma
En segundo lugar, el descenso en el número de inmigrantes no ha supuesto una reducción de las pateras. Antes al contrario, Almería ha duplicado los datos de barcas detectadas este año, según datos internos de Frontex a los que ha tenido acceso LA VOZ DE ALMERÍA.
Se trata de un síntoma del cambio de paradigma. Las grandes pateras de subsaharianos, generalmente de goma y en condiciones muy precarias, han dado paso a botes de fibra con potentes motores. El objetivo es intentar llegar a tierra, desembarcar y regresar a la arena africana antes de la irrupción de las patrulleras de la Guardia Civil.
El año pasado llegaron 260 pateras a la provincia de Almería. Este año son 477 embarcaciones clandestinas, además de un número desconocido de botes que consiguieron arribar sin ser apresados. Almería es la provincia española con más inmigrantes irregulares y más pateras detectadas en 2020, solo por detrás de las Islas Canarias, sometida a una grave crisis humanitaria (y del sistema de acogida). La incidencia de la pandemia de coronavirus en estos flujos migratorios abre nuevas incógnitas para 2021.
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