Es de Almería, estudió Físicas en la Universidad de Granada, e hizo el doctorado en la UAL. Estuvo unos años en un posdoctorado en la Universidad de California, y trabajó en la empresa de I+D Clean Power Research. Regresó a España con una beca en Granada, y luego fue profesor en la Universidad de Huelva. Por último, desde hace dos años es profesor en la Universidad de Almería. Y, desde sus comienzos en la investigación, allá por 2006, es miembro del grupo de investigación en Recursos Energéticos Solares, Climatología y Física de la Atmósfera, de la UAL.
¿Cómo llegas a este mundo de la ciencia, la Física...?
De pequeño tenía ese sueño de hacer un gran invento que acabara con grandes problemas; la contaminación, por ejemplo... Así, de un plumazo... Y eso fue lo que me impulsó, cuando hice Físicas, a empezar con las energías renovables. Pero cuando te pones a investigar de verdad, te das cuenta de que las cosas no funcionan así. Que no es un gran cambio drástico, de la noche a la mañana. Sino que cada ingeniero, cada científico, cada grupo de investigación, va aportando un pequeño avance en su campo. Dando pequeños pasos que van haciendo el camino, y, al final, van contribuyendo al avance científico-técnico.
Sí. Como ciencia básica, es intentar aprovechar la energía que llega a la tierra en la luz del Sol, para transformarla en electricidad o calor. Y al aplicarla, bueno, investigar la eficiencia de cada proceso, cuánto se pierde por el camino... O, en el caso de la fotovoltaica, saber cuánta energía habrá dentro de media hora, por ejemplo, si va a venir una nube y tapar la planta, etc.
Eso puede ser un problema en una planta solar...
Es que la penetración de la energía fotovoltaica en las redes eléctricas ha alcanzado porcentajes importantes, sobre la generación total de electricidad. Y el gran problema es su intermitencia e impredictibilidad. Esto hace que las operaciones de control, programación y gestión de las plantas estén sometidas a altos grados de incertidumbre, y que la generación pueda llegar ser muy variable, mermando la cantidad y calidad de la energía que se inyecta en la red.
Esta es la base del último proyecto en el que colaboro, SAGPV (Estrategias de producción conjunta para plantas fotovoltaicas). En concreto, trabajo en el subproyecto liderado por la Universidad de Cádiz.
Háblanos de otros proyectos en que has trabajado.
Por ejemplo, está el estudio de la variabilidad del recurso solar en zonas de montaña O la invención de un sensor de velocidad de nubes durante mi paso por la UCSD en el grupo liderado por Jan Kleissl. Este sensor ha dado lugar a varias publicaciones, la más reciente en una colaboración entre la UAL, UCSD y la Universidad Pública de Navarra. Ahí ofrecemos una nueva herramienta para el diseño y la operación de plantas fotovoltaicas, basado en la medida de la rapidez y dirección de paso de las nubes sobre la planta...
Otro proyecto era sobre energía solar de concentración. Son centrales en que hay cientos de espejos apuntando a un punto en una torre, Ahí se concentra toda la luz que llega, se obtiene una temperatura muy elevada, y se puede terminar produciendo energía eléctrica, con una turbina...
Claro.
Uno de los proyectos en los que he colaborado en este tipo de centrales ha sido el PRESOL, a mi paso por la Universidad de Huelva, en la que trabajé junto al profesor Gabriel López Rodríguez. Fue una colaboración con la UAL y con el Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (CIEMAT-PSA y CIEMAT-Moncloa). Y el principal objetivo era analizar a fondo las pérdidas que se producen entre los espejos y el receptor de la torre.
Consulte el artículo online actualizado en nuestra página web:
https://www.lavozdealmeria.com/noticia/12/almeria/206673/la-ciencia-avanza-paso-a-paso-haciendo-el-camino