La Guardia Civil coloca el listón de su servicio en la ejemplaridad y persigue con pulso firme los casos de corrupción entres sus filas. Tolerancia cero con quien traiciona el compromiso con los ciudadanos y con el cuerpo. Un ejemplo es la operación liderada por el grupo OCON Sur contra una red internacional de narcotráfico asentada en la provincia de Almería y explotada el lunes con 20 detenidos y 13 registros en Roquetas de Mar, El Ejido, Rioja, Vícar, Garrucha y Adra.
Según fuentes judiciales consultadas por LA VOZ DE ALMERÍA, la Guardia Civil ha arrestado a dos agentes destinados en los puestos de Roquetas de Mar y El Ejido por su presunta colaboración con la organización de traficantes de hachís a gran escala. Los guardias habrían ofrecido información confidencial a miembros de la trama para sortear controles.
El guardia ejidense fue arrestado hace algunos a semanas en una operación anterior, mientras el roquetero estaría vinculado a la intervención del pasado lunes. Por tanto, no estarían en relación entre sí.
La investigación de OCON Sur pone el punto de mira de manera especial sobre el agente J., destinado en Roquetas de Mar y presuntamente colaborador de “confianza” del capo de la droga C. I. Se le acusa de “facilitar información confidencial” a miembros de la organización gracias a su posición como guardia civil “en activo” y dar “asesoramiento, colaboración y labores de vigilancia” a cambio de “favores” y dinero.
El asunto no es menor. La investigación de OCON Sur, auxiliada por agentes de varias demarcaciones, los GAR y los GRS, ataca directamente el corazón de un presunto grupo criminal de enorme relevancia en el narcotráfico en Almería. Las ramificaciones con otros supuestos grupos y las sospechas de alijos coronados y ajustes de cuentas son numerosas.
En esta fase, los agentes de la Guardia Civil han decomisado dos alijos de hachís en octubre y febrero pasados. En el primer caso, los especialistas antidroga detectaron 1.230 kilos de resina de hachís en una operación desarrollada sobre un barco amarrado en el Puerto Deportivo de Aguadulce, donde se habrían fijado a varios vigilantes y colaboradores de la organización.
En el segundo caso, la Benemérita incautó 66 kilos de hachís repartidos en dos fardos de arpillera y 66 paquetes pastillas, con un valor de 130.000 euros en el mercado clandestino.
Pagos y favores
Según los indicios recogidos por OCON Sur, unidad nacida de la lucha contra el tráfico de drogas en el Estrecho de Gibraltar, la organización usaba embarcaciones recreativas para alijar o, en cualquier caso, llevar garrafas de gasolina a las lanchas en alta mar.
Y aquí radica el núcleo de la imputación al guardia civil. La investigación apunta a que el guardia J. presuntamente “haría coincidir las descargas con sus turnos (de trabajo)”, según consta en diligencias consultadas por LA VOZ DE ALMERÍA.
Aunque la investigación está abierta y los agentes dudan de varios episodios que conectan a J. con el capo C. I., el presunto guardia corrupto podría haber recibido hasta "300.000 euros", según los indicios recopilados desde hace meses en seguimientos y escuchas.
El Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número Uno de Roquetas de Mar imputa presuntos delitos contra la salud pública, cohecho, pertenencia a organización criminal y revelación de secreto. Las pesquisas tienen implicaciones internacionales y no solo por la vinculación entre estructuras en España y Marruecos. La Guardia Civil ha descubierto una red de amplia calado, capaz de controlar la recogida, la descarga y la exportación del hachís a destinos europeos con beneficios millonarios.
En la investigación descubre también la presunta corrupción de dos agentes empleados en el Poniente, que tendrán que defenderse en los juzgados frente graves imputaciones. El peso de la organización de los alijos recae, en cualquier caso, en la figura de C. I., según el Instituto Armado. El último jefe del narco al que le echan el guante en la provincia de Almería.
Jerarquía de la organización
La operación de la Guardia Civil sitúa a C. I. como el presunto capo de una gran red de tráfico de hachís a escala internacional que, además de participar en alijos, tenía conocimiento o contacto con otros traficantes, según la investigación. Debajo habría un subgrupo especializado en la logística de los cargamentos y, especialmente, en la captación de combustible para suministrar a las lanchas y embarcaciones rápidas vinculadas a las operaciones de narcotráfico. CR. I., A. I. y L. A. serían los supuestos responsables de la búsqueda de las embarcaciones, de los vehículos para la cobertura en tierra y, muy importante, de los pilotos. Los marineros aparecen como un elemento de discordia entre los investigados por su falta de habilidad o agresividad con los motores, por ejemplo. Otro subgrupo eran los llamados ‘puntos’, un término usado en el argot policial para referirse a los encargados de las vigilancias en los entornos de los alijos e, incluso, ‘guarderías’ de la droga. Son los especialistas en dar el ‘agua’ si se acerca una patrulla por alguna carretera destinada al transporte del estupefaciente. Ahí es hallan presuntamente F. A., M. M. y J. R.
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