Este viernes fallecía en Almería, tras una larga pelea contra la enfermedad, el distruidor de vinos y productos gourmet de alta gama Antonio Rueda. Había nacido hace 67 años en la barriada de El Alquián y tras unos inicios en el comercio de muebles decidió dedicar se vida a lo que más amaba, los vinos y esa cultura que había heredado de su padre, aficionado y gran entendido.
Rueda era mucho más que un mero distribuidor, era un apasionado del mundo de la enología y, de hecho, para muchos, era el "democratizador" de la cultura enológica y vitivinícola porque, si bien es cierto que introdujo en Almería a lo largo de los años los más selectos, los productos de las bodegas más reputadas del país, siempre defendió que beber un buen vino no tiene porqué significar gastar mucho dinero; "Mucha gente se sorprendería de saber que hay verdaderos vinos de culto, maravillas salidas de bodegas de prestigio, que pueden costar menos que un vino normal de la tierra, de cualquier tierra”.
Enamorado de su trabajo y de los caldos que lo rodeaban en el día a día, ensalzaba esa filosofía que sostiene que el vino es al tiempo un alimento, parte esencial de la Dieta Mediterránea, y al tiempo un instrumento de desarrollo social, porque "debe servir para hacer disfrutar a la gente, tener la capacidad de trasmitir sensaciones, sentimientos, alegría, ser hilo conductor de la amistad, porque no es común beber vino solo; cuando abrimos una botella es para compartir y estamos creando un espacio de amistad".
Antonio fue uno de los personajes más comprometidos con la enología, pero también con su provincia. Contribuyó de manera decisiva, junto con sus compañeros de la peña 'Pagos Viejos' (Paco Escánez, Francisco Ramírez, Juan Salvador y José Luis García) a convertir Garrucha, y Almería, en el epicentro de la cultura española del vino con la Cata Ciega de los Cinco Mejores Vinos de España, en la que un centenar de aficionados y catadores escogen cada año el mejor de entre los cinco vinos calificados cada año como los mejores del país.
Gracias a su implicación y a su larga agenda de enólogos, bodegueros y profesionales del sector, pasaron y pasan cada año por la Cata de Garrucha algunos de los mitos consagrados de este sector como Agustín Santolaya, Gerardo Méndez, Marcos Eguren, José Gómez (Jamones Joselito), Javier Gramona, Mikel Zeberio o Andrés Proensa, entre otros muchos que tienen en común disponer de los productos de la más alta calidad y disfrutar de la amistad de Antonio Rueda.
En su afán por facilitar a los almerienses el acceso a lo mejor de las bodegas nacionales, a cuyos responsables en la mayoría de los casos conocía personalmente, cuyas instalaciones había visitado, sabedor de los proyectos que cada enólogo abordaba para dar un paso más hacia la excelencia, Rueda organizó por toda la provincia cientos de catas, presentaciones, degustaciones y actos con el vino como protagonista.
Ahora se ha ido, pero su memoria y su huella perdurarán en una provincia en la que el cultivo de la uva es atávico y que dio lugar a una amplia y rica cultura de vinos de la tierra. Albergaba hasta su último suspiro la esperanza de que los vinos almerienses dieran ese salto definitivo a la calidad 'top', un camino que muchas bodegas ya emprendieron y que empieza a dejar caldos nacidos en la provincia pero con una proyección cada vez mayor a alcanzar los grandes mercados.
Amigo de sus amigos, y de los que no lo eran tanto, Antonio Rueda siempre tuvo la virtud de acercase a todos con una sonrisa, una 'retranca' muy de la tierra, el corazón abierto y la mano tendida. Por eso es el momento de brindar por su eterno descanso con un buen vino...
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