El caos circulatorio se ha instalado en el casco histórico tras el cierre de la calle de Mariana debido al inicio de las obras de remodelación la pasada semana. El caos ha venido de la mano de los conductores que a su libre albedrío y saltándose las normas y las leyes de circulación, se han sacado de la manga un itinerario alternativo para no tener que dar más vueltas en su camino habitual.
Esta ruta improvisada y al margen de las leyes pasa por la calle de Emilio Ferrera y continua por la Plaza de Careaga y la calle de Lope de Vega, a espaldas del Palacio Episcopal. Por las dos primeras está prohibido circular al haberse convertido con las últimas reformas en calles peatonales, mientras que la bajada por Lope de Vega también queda fuera de lo establecido por las normas ya que es dirección prohibida.
Los coches, que hasta ahora utilizaban la calle de Mariana para acceder a los barrios de poniente de la ciudad, se ven obligados ahora a encontrar una ruta menos directa para alcanzar sus destinos, por lo que muchos han optado por acortar el camino saltándose todas las disposiciones circulatorias, amparados en la falta de vigilancia y en esa moda del ‘dejar hacer’ que se ha instalado en nuestra ciudad en los últimos tiempos. Te puedes orinar en cualquier esquina, pues atravesar en patinete cualquier acera o profanar una calle peatonal con tu vehículo, que ningún agente de la autoridad te va a salir al paso ni va a tomar cartas en el asunto.
El nuevo camino que han escogido muchos de los conductores es el siguiente: bajan por la calle de Jovellanos y unos metros más abajo del bar Puga se desvían por la calle de Emilio Ferrera, sin tener en cuenta la doble señal que informa de que solo se permite circular para los vehículos que vayan al garaje. Una vez tomada la calle de Emilio Ferrera, los coches atraviesan la Plaza de Careaga, que también se ha convertido en peatonal en la última reforma, aunque solo en teoría ya que la presencia de coches es una constante, antes incluso del cierre de la calle de Mariana. Una vez que pasan por la plaza, se desvían a la derecha y acceden a la calle de Lope de Vega, haciendo caso omiso a la flecha que les indica hacia arriba y tomando la dirección contraria es decir, metiéndose por dirección prohibida con el riesgo que supone para los peatones y para los coches que suben desde la Plaza de la Catedral.
Este aumento inesperado del tráfico por calzadas que no han sido creadas para aguantar una circulación con tanto volumen, supone un quebranto importante para el suelo enlosado de estas calles del centro de la ciudad, donde ya se pueden observar los primeros desperfectos. Además, al tratarse de zonas peatonales, frecuentadas por niños, hay un serio peligro de accidente.
Hasta el momento, tanto por la calle de Emilio Ferrera como por la Plaza de Careaga se estaba respetando el tráfico para la carga y descarga de los vecinos y de los negocios de la zona y el ayuntamiento no había tenido la necesidad de colocar ningún pivote mecánico como los que existen en otras vías peatonales de la ciudad.
Ahora se hace urgente que las autoridades tomen medidas para acabar con un problema que podría convertirse en permanente, ya que con la nueva remodelación que se está realizando en el entorno de la Plaza de la Administración Vieja no va a ser posible la circulación por la calle de Mariana, que también se convertirá en peatonal.
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