Una anticrónica de San Juan

Los almerienses se dividen -siempre se dividen- entre los sanjuaneros y los que no

Imagen de archivo de la Noche de San Juan en Almería.
Imagen de archivo de la Noche de San Juan en Almería.
Manuel León
18:54 • 23 jun. 2021

A estas alturas del día y de la noche, los almerienses nos dividimos entre quienes piensan lo que hemos perdido sin la Noche de San Juan y entre quienes aluden a lo que nos hemos ahorrado; yo, lo que de verdad he echado de menos hoy no es el olor a panceta en el Zapillo, sino el artículo anual de Fausto Romero -escribía a su manera, escribía con alma- sobre su costumbre de descalzarse e irse a lavarse la cara en el mar. Uno olía el salitre leyéndolo.



Hubo un tiempo en que San Juan no era San Juan, no era la romería feriada en que se ha convertido en las últimas décadas. No. La noche de San Juan en las playas de la provincia, desde Terreros a Punta Entinas, era acercarse un poco a las olas y refrescarse mojándose las pantorrillas. En la ciudad de Almería, bajaban las mujeres de Regiones, del Barrio Alto, del Quemadero, cargadas de hijos, con cestas de mimbre y bocadillos. Se sentaban cerca de la orilla, entre el Cable Inglés, Villa Cajones y el Cable Francés, y pasaban la tarde merendando junto a las olas y los barcos varados. Solía contar Antonio Pérez Yglesias, el pastelero del Barrio Alto, que el símbolo de San Juan en Almería era don Arturo Lengo, un orondo personaje, que se bañaba boca arriba frente al Balneario de San Miguel. Entraba en el agua por la mañana temprano y se iba casi de noche, sin moverse. La gente lo tocaba para comprobar que seguía vivo: "¿Está usted bien, don Arturo?"



No se sabe muy bien cuándo empezó a cambiar esa discreta costumbre almeriense y a transformarse en el festival de la brasa y del calorreo. La espiral ha ido en aumento en los últimos años como en una especie de locura colectiva a los pies de la playa, como ocurrió en la Villa de Níjar para celebrar la entronización de Carlos III, cuando volaron pellejos de vino por las ventanas y se desparramó el trigo por la Plaza, como ahora se desparrama la grasa de la morcilla por la arena. No se sabe muy bien, no, pero lo cierto es que el coronavirus lleva dos años frenando -para bien o para mal, que cada cual decida- el frenesí sanjuanero, cuando la playa del Zapillo o de Aguadulce o de Garrucha o de Roquetas cuelga el cartel de no hay billetes. Son ya dos años de abstinencia para los partidarios de esas barbacoas pantagruélicas frente al Yebra o La Cabaña del Tío Tom.



Dicen que el puesto de Tijeras en el sótano del Mercado Central ha vendido hoy muy pocas sardinas para lo que era el día y las charcuterías lo mismo de chorizos y longanizas. Y que el Colón no tendrá que hacer tantos churros esta madrugada. Pero las gasolineras han estado a pleno rendimiento vendiendo cubitos y los bazares con las Coca Colas de dos litros. Se puede prohibir San Juan, pero quién es capaz de controlar los botellones de cientos de jóvenes almerienses.



No hemos visto este año ese paisaje habitual del 23 de junio por la tarde con decenas de vecinos empujando carros del Carrefour cargados de palets para las hogueras por la Avenida del Mediterráneo, pero sí hemos advertido a pandillas juveniles merodeando los alrededores de La Ballena o por La Térmica, cargados de bolsas de plástico con  refrescos y bebidas alcohólicas. El botellón en el Paseo Marítimo, es como los manteros: no hay cojones quien acabe con ellos.



La noche de San Juan en Almería, en los últimos tiempos, es cada vez más a lo grande, es como la merienda de los toros, pero sin tanto tonteo, sin tanto tocinillo de cielo ni fino La Ina ni peinetas, sino con chancletas y bañador meyba hasta la rodilla. Cuentan que el colmo de San Juan es aprovechar para tirar de despensa y llevarse a la playa alguno de los polvorones oxidados de la Navidad.



Lo bueno, al menos, de esta noche cancelada de solsticio es que las playas amanecerán como una patena -aunque habrá que verlo- sin colillas ni tajadas de melón  en la arena y que los petardos no espantarán a las mascotas ni a los viejos de la cercana Residencia de Ancianos.




Temas relacionados

para ti

en destaque