Todos hemos oído hablar o vivido un amor de verano. Son intensos, pero no suelen durar mucho. Sobre todo cuando tienes entre 15 y veintipocos años. Las películas además han alimentado la leyenda y arrasado en taquilla, sí, nos encantan los amores apasionados, aunque no siempre tengan un final feliz.
Son muchas las personas que dicen que el verano es una mala época para las parejas pero,
¿Somos más infieles cuándo el sol aprieta?
Según nos hace saber Jesús Alonso, sexólogo en Almería, bajo su experiencia y conocimientos, “sí, hay algunos estudios hechos en nuestro país que nos dicen que, efectivamente, la época estival es un momento donde aumenta el número de infidelidades, debido a que: en verano estamos más predispuestos a sociabilizar y conocer gente; las vacaciones nos dan más tiempo libre; estar fuera del entorno habitual y lejos de la pareja estable. Esto predispone a tener la falsa ilusión de que no hay normas”
¿Algún ejemplo?
El muy usado “Lo que pasa en Ibiza se queda en Ibiza”; la luz y el buen tiempo aumentan el arousal (nivel de actividad física y psicológica); la luz estimula el hipotálamo, torre de control de las hormonas sexuales. De hecho, un estudio realizado en la Universidad Médica de Graz (Austria) nos dice que el aumento de vitamina D hace que los niveles de testosterona y estrógenos aumenten, esto unido al outfit veraniego hace que nuestras feromonas aumenten y seamos todo un reclamo sexual y erótico. Por tanto, nuestra apetencia aumenta exponencialmente.
“No obstante, poco tienen que ver las razones climatológicas con las infidelidades”, es decir, con romper ese pacto con la otra u otras personas con las que se mantiene algún tipo de relación, algo totalmente injustificable, ya que al margen de lo que comentemos a continuación, el ser humano tiene esa capacidad de decisión que nos diferencia de otros mamíferos. La infidelidad es algo consustancial en nuestra vida y, el problema no es la infidelidad en sí, sino la ruptura de esos acuerdos.
¿Por qué, si ser fiel es un valor tan importante para nuestra sociedad, hay tanta infidelidad?
Algunas personas hablan, del autoestima, hablan del apego, hablan de esa necesidad de satisfacción, como aspectos carentes y que de alguna forma con el paso del tiempo necesitamos satisfacer. Yo me atrevería a decir que es un poco de todo. Esa falta de analfabetización emocional que nos lleva a tener un nivel de autoestima y autoconocimiento pésimo, nos lleva, a cometer errores que se vuelven contra nosotros, buscando incansablemente el reconocimiento, el que nos quieran, el sentirnos deseados… en definitiva, nos hace falta calma y el verano, sobre todo, es una época donde todo va a 1000 por hora.
¿Somos seres monógamos realmente?
No hay nada más que echar un vistazo al atlas etnográfico de Murdock, donde se analizan más de 800 sociedades y se observa cómo el 80% de ellas no son sociedades monógamas, sino que son poligínicas (el varón tiene varias parejas) o poliándricas (la mujer tiene varias parejas o compañeros sexuales). Como bien dice, uno de mis grandes maestros, el Doctor Manuel Lucas Matheu, “somos seres monógamos porque somos pobres” y como sociedad que debe producir, en todos los sentidos, para poder sobrevivir, poco tiempo nos queda para explorar y disfrutar nuestra sexualidad. Quizás, por esta razón cuando llega el periodo vacacional y gozamos de ese tiempo libre donde el trabajo y el estrés diario quedan atrás, surge nuestro ser más profundo, ese que va en contra de lo moral-social-cultural instaurado durante cientos de años. El problema es que se ha catalogado la infidelidad como algo verdaderamente perverso, sin ser conscientes que dentro de la pareja hay aspectos muy peligrosos que “toleramos mejor” y que son verdaderamente preocupantes.
¿Sexo en la playa o piscina?
Mantener relaciones sexuales en el agua (como digo con esa precaución para no herir la sensibilidad de nadie) puede ser algo bastante placentero, de modo que no olvides usar lubricante con base aceite ya que el agua dificulta la lubricación vaginal en algunas ocasiones. En Almería, disfrutamos de muchas playas vírgenes donde es toda una gozada experimentar.
¿Conocemos ahora más nuestro cuerpo?
En ninguna otra época del año andamos con tan poca ropa como con esta. Es el momento de pararse, de observar tu cuerpo, de tener plena consciencia del mismo y, por qué no, dejar a un lado ese coitocentrismo extremo y masajear, acariciar, lamer, oler… simplemente explorar tu sexualidad más allá de lo típicamente establecido. Incluso podemos jugar con el contraste frío-calor que hace que se produzca una vasodilatación y, por tanto, que aumente ese riego sanguíneo mejorando la circulación en los cuerpos cavernosos del pene, teniendo una mejor erección y ayudando a la lubricación vaginal.
A modo de conclusión, si, el verano es una estación que sin duda interfiere en nuestra vida sexual, tanto por un lado como por otro. “Como siempre no debemos quedarnos en lo bueno o lo malo, pues hay una escala de grises enorme en medio, donde no es cuestión de utilizar esta para justificar pero si para entender algunas cosas” asegura Jesús Alonso. “Veo una sociedad carente de amor en general, amor en el más amplio sentido, donde la capacidad de comunicación se encuentra mermada, donde los estímulos que nos llegan por todos lados nos hacen vivir en distrés permanente”
Como decía Ortega y Gasset, no somos un participio sino un gerundio, no estamos hechos del todo sino que nos vamos haciendo, cosa que la sociedad no entiende y nuestra capacidad para juzgar es realmente increíble. Con un poco más de humildad y curiosidad por aprender mejoremos muchos aspectos de nuestra salud, sobre todo de nuestra salud sexual, siendo esta un pilar fundamental en el equilibrio del ser humano.
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