La franja del litoral de la provincia de Almería abarca 217 kilómetros y discurre a lo largo de trece municipios, desde Pulpí a Adra. A juzgar por estos datos, podría deducirse que hay playa para todos -vecinos y turistas-; sin embargo, el hecho de que determinadas estampas se repitan verano tras verano hace pensar que algunos intentan hacer un uso privado de la ‘parcela’ de costa que más les gusta o, simplemente, que más cerca les pilla de casa.
El uso reiterado de sombrillas, tumbonas, sillones e incluso carpas gigantes para reservar espacio en la playa a primerísima hora y luego irse con la garantía de que cuando bajen disfrutarán de un estupendo sitio en primera línea, está generando malestar en distintas zonas de Almería que, en estas fechas estivales, ven cómo su población crece de forma exponencial.
En este caso, son los vecinos de la Almadraba de Monteleva, en la barriada de Cabo de Gata de la capital, quienes cada mañana se asisten estupefactos al ‘modus operandi’ de estos bañistas con poco sentido cívico.
Sin regular en Almería
“Esta costumbre de pillar sitio en la arena está mal vista por todos menos por quien la practica, que tras colocar los bártulos se irá a desayunar o a seguir durmiendo teniendo claro que cuando baje tendrá un buen sitio reservado”, apunta a LA VOZ una de las vecinas afectadas.
Según ha podido confirmar este periódico, el Ayuntamiento de la capital no cuenta, a día de hoy, con una normativa que regule esta situación, pero el descontento ha llegado hasta tal punto que en otros municipios de la línea de costa española hay consistorios que han terminado por prohibirla.
Uno de estos municipios es Oropesa del Mar, en la provincia de Castellón. Su ayuntamiento daba luz verde la pasada primavera a la modificación de la ordenanza de los usos y aprovechamientos de las playas de la localidad para sancionar la colocación de sombrillas, sillas, mesas y cualquier complemento para reservar espacio a cualquier hora del día y no solo antes de las nueve de la mañana, tal y como se establecía con anterioridad.
La situación se agrava porque, tal y como relatan los vecinos de la Almadraba, en muchos casos las familias mandan a los madrugadores abuelos a “montar el chiringuito” y son estos los que tienen que aguantar las quejas e improperios de otros bañistas indignados.
Según las mismas fuentes, en concreto en la playa de Cabo de Gata hay "unas cuantas familias" que cada mañana colocan sombrillas y sillones en primera línea de playa, justo enfrente de sus casas, y dejan todo dispuesto hasta bien entrado el día, lo que provoca comentarios poco amistosos. “Muchos usuarios creen que debería estar prohibido”, concluyen.
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