En los últimos meses, España está asistiendo a un repunte de ataques homófobos que pone en evidencia que aún hay mucho por hacer hasta superar ese odio al diferente.
Voces del colectivo LGTBI en Almería denuncian que existe cierta impunidad a la hora de perpetrar esas agresiones, en buena medida porque todavía hay quien se pone de perfil negándose no ya a condenarlas, sino también a reconocerlas.
“Está claro que el agresor es el que es, pero detrás hay una justificación que descarga la gravedad del asunto. Lo que ha ocurrido con la denuncia falsa de este chico es una desgracia personal para él porque lo tiene que estar pasando fatal, pero el daño es sobre todo para el colectivo porque ahora se van a poner en cuestión todos los testimonios y eso se traduce en más miedo a denunciar”, explica a LA VOZ el investigador Juan Francisco Colomina.
Él, el diseñador Sergi Regal y la moza de almacén y tuitera Soraya Fernández tienen pareja estable y si bien reconocen que no han sufrido episodios de violencia física a causa de su orientación sexual, sí denuncian situaciones tan incómodas como que les suelten un escupitajo en el suelo al pasar de la mano y gestos como meterse los dedos para vomitar por darse un beso. Esto ha provocado que, en determinadas circunstancias, opten por reprimir las muestras de afecto en público. Hasta ahora.
La crudeza de los últimos ataques muestra que urge un cambio de actitud. Dentro del colectivo, que está cansado de mirar para otro lado cuando recibe un insulto o un gesto ofensivo. Y fuera, donde ya no vale ponerse de perfil: hay que señalar sin titubeos al agresor y apoyar sin fisuras a la víctima.
Soraya Fernández, moza de almacén y tuitera
¿Ha sufrido homofobia en Almería?
En plan agresión no, pero sí que hemos vivido situaciones incómodas. Mi mujer y yo siempre vamos agarradas de la mano por la calle. Somos súper naturales y si nos tenemos que dar un beso, nos lo damos. Y hay veces en que la gente es muy descarada y te mira y hace comentarios. A las personas mayores se les nota más el rechazo. Alguna vez han soltado un escupitajo al suelo a nuestro paso y un día estábamos en un pub y nos hicimos una foto dándonos un beso y un hombre hizo el gesto de meterse los dedos para vomitar.
¿En alguna situación se censura a la hora de mostrar afecto en público a su pareja?
Sí, nos hemos censurado en playas con familias y personas mayores, hay veces en que te tienes que cortar. Mi pareja es diez años mayor y nunca había mostrado públicamente nada hasta que me conoció a mí, que soy más joven y atrevida. Conmigo se sintió más libre.
¿Hay más ataques homófobos o es que ahora se denuncian y trascienden?
Hay más delitos de odio, las estadísticas están ahí, pero también nos mostramos más y la gente a la que todavía le molesta dice: si tú te muestras, yo muestro mi disconformidad. Después de la denuncia falsa, la gente que se opone al matrimonio gay está desatada, cuando nosotros luchamos por una normalidad.
¿Cómo se combate la homofobia?
El problema lo tienen los políticos. Si todos fueran de la mano y vieran que las charlas de orientación sexual son necesarias desde la escuela, todo estaría aceptado. A la vista está que lo son.
Sergi Regal, diseñador
¿Ha sufrido homofobia en Almería?
La homofobia sigue existiendo. Ha estado en un estado de letargo porque ahora más gente nos ve con naturalidad, pero los que no están de acuerdo, que han estado escondidos porque son minoría, se están viendo apoyados por discursos de odio y se están envalentonando. Sin embargo, en el colectivo LGTBI no estamos dispuestos ni a amedrentarnos ni a perder todo lo que hemos conseguido.
Yo he vivido momentos de homofobia, en los últimos años menos porque me respetan, pero de joven sí. La primera vez que me llamaron maricón yo no sabía ni lo que significaba.
¿En alguna situación se censura a la hora de mostrar afecto en público a su pareja?
No tengo por qué esconderme, pero reconozco que lo hago. Igual la gente joven va más a cara descubierta, pero a mí me han machacado mucho y me cuesta tener muestras de cariño en público con mi pareja, sobre todo por evitar situaciones desagradables. Aunque a partir de ahora, si me apetece darle un beso, se lo voy a dar.
¿Hay más ataques homófobos o es que ahora se denuncian y trascienden?
Parece que hay más y estoy bastante jodido. Y en adelante, no voy a poner la otra mejilla. Nos han educado para que pasemos, pero hasta cuándo. ¿Tengo que esperar a que me peguen una paliza por ser gay? La próxima vez que me insulten, me pienso enfrentar.
¿Cómo se combate la homofobia?
Educando a las personas no en el odio al diferente, apoyando a la víctima y teniendo tolerancia cero con el acosador.
Juan Francisco Colomina, investigador
¿Ha sufrido homofobia en Almería?
Para ser una ciudad pequeña, Almería es bastante tolerante. Yo no he sufrido ataques homófobos en persona, pero sí me han insultado en redes sociales. Personas que se meten conmigo y con otros por nuestra condición sexual. Son perfiles tanto falsos como reales que ponen en duda que existan agresiones o las toman como hechos aislados.
¿En alguna situación se censura a la hora de mostrar afecto en público a su pareja?
Siempre y quizá es una estupidez. Mi pareja y yo, en según qué sitios, nos cuidamos un poco de demostrar ese comportamiento que es natural. Lo haces de forma inconsciente y más de una vez cuando vamos por la calle, nos preguntamos por qué no vamos de la mano o nos damos un beso. Supongo que es por miedo a que pueda ocurrirnos algo. Es un poco triste que tengamos esa precaución interna que viene en nuestro ADN.
¿Hay más ataques homófobos o es que ahora se denuncian y trascienden?
Quizá hay menos agresiones que en los 80, pero ahora se denuncian más. Sí es verdad que en los últimos años ha habido un repunte alimentado por los discursos de odio y los medios y redes sociales que les sirven de altavoz. Por tanto, aunque no son la consecuencia directa de esas agresiones, sí son su justificación y caldo de cultivo.
¿Cómo se combate la homofobia?
Lo primero es educar en el colegio, con una asignatura o formación para el profesorado. Hay que enseñar que te puede gustar quién quiera sin que ello suponga un menosprecio.
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