“Esta es una zona de mucho tráfico marítimo”, dice Fernando Romera López, y observa la amplia extensión azul que se extiende ante las ventanas de la torre de Salvamento Marítimo de Almería. “Por aquí pasa casi la mitad, o mas, de todo el tráfico marítimo que pasa por el estrecho de Gibraltar. Y las funciones de nuestro centro son la búsqueda en la mar de embarcaciones y personas en peligro, y el control del tráfico marítimo en Cabo de Gata”.
“Y, por lo tanto, la tecnología que utilizamos es para efectuar esas búsquedas, medios de detección...”, añade. “Y luego, medios de comunicación. Es fundamental comunicarnos con los medios marítimos o aéreos que vamos a utilizar para llevar a cabo esa búsqueda, o con los demás barcos que haya en la mar...”.
Fernando lleva toda la vida en ese mundo, el de la mar. Es de Murcia, tenía familiares en Cartagena, y se iba muchas veces al puerto a ver los barcos, recuerda. “Además, un compañero del instituto me contaba las historias de sus familiares en el mar, y...”. Como un personaje de Joseph Conrad, sintió la llamada de la aventura. Se inscribió en la Marina, “y ya, a partir de ahí me empezó a gustar el tema del mar..., y decidí estudiar la carrera de Náutica”.
Se fue a la Coruña, y no se arrepintió, “me fue muy bien la carrera allí”, dice. “Terminé licenciado de la Marina Civil, los cinco años. De alumno hice prácticas en un barco, y luego, al terminar, también... Y al final me hice capitán de la Marina Mercante, y a navegar”.
En la mar
Estuvo navegando unos diez años, “entre unas cosas y otras”. Nueva York, Baltimore, Norfolk, el Golfo de México, Italia, el norte de Europa, Suecia, Alemania, África, Argelia, Libia, Egipto, el Golfo Pérsico, Costa de Marfil, también Francia, Inglaterra… “Me quedó el Pacífico”, acota, “estuve a punto de ir allí en una ocasión, pero...”.
Pero no era buena época para navegar, y decidió prepararse para unas oposiciones para capitanía marítima. Al final no salieron, pero abrieron otras de Salvamento Marítimo, y recondujo lo que había estudiado, e hizo unas prácticas en un centro de Inglaterra. Todo salió bien, y en 1994 entró en Salvamento Marítimo.
Entonces se estaba creando la Sociedad de Salvamento y Seguridad Marítima, y se abrieron muchos centros: Algeciras, Almería, Valencia, Tarragona, Barcelona, Bilbao, A Coruña, Santander, Vigo, Finisterre… “En toda la costa española, y se fueron suministrando cada vez mas medios, tanto marítimos como aéreos…”.
En Almería
Fernando eligió venir a Almería, una tierra que no conocía, pero que siempre le había interesado. “Al principio no teníamos medios, un aparato de radio para hablar con los barcos, y poco mas”, recuerda. “Solo el servicio marítimo de la Guardia Civil, que movilizábamos cuando nos enterábamos de alguna emergencia. Pero se desarrollaron los Planes de Salvamento Marítimo, dentro de los Presupuestos Generales del Estado; y a partir de ahí se construyeron embarcaciones, y los centros en toda España, con un Centro Nacional de Salvamento Marítimo en Madrid, que, digamos, es el que coordina a todos los periféricos”.
En 1997, cuando se inauguró la moderna torre de control de Almería, que se ha convertido en un referente visual de la ciudad, Fernando estaba de turno. “Soy fundador”, sonríe. Todo fue distinto desde entonces. Se incrementó el personal, había mas equipos de comunicaciones, de detección, radares, etc. “Aquí se realizan guardias las 24 horas, los 365 días del año”, dice.
Y ya eran mas conocidos. “Salíamos con los equipos de radio al mar de Alborán, los barcos nos oían, empezamos a transmitir los partes meteorológicos, para que el tráfico marítimo supiera que aquí había un centro. Y todo esto se publicó a través de la Organización Marítima Internacional, para que todos los países supieran de estos centros, las frecuencias en que trabajan…”.
Fernando habla de equipos de UHF modernos, y de VHF, de los radares, de las antenas en Cabo de Gata, de los satélites, del radio-enlace con que se trae la señal de Cabo de Gata hasta Almería. Incluso, del AIS (Automatic Identification System), “que llevan la mayoría de barcos, y nos da toda la información: nombre, número IMO, el puerto de donde viene, y al que va… No tienes ni que preguntar, te sale todo en la pantalla del radar”.
Presente y futuro
La tecnología que usan es puntera. “Los aviones llevan un radar especial para la búsqueda, y otro de barrido lateral (SLAR), que desde muy lejos pueden detectar, dependiendo del estado de la mar, hasta ecos muy pequeños, como puede ser una patera”, explica. “También nos ocupamos del tema de la contaminación marítima, los aviones llevan equipos de detección para eso”.
“Hay barcos que hacen una limpieza de sentinas, y largan todo. Pero ahora eso está muy controlado, y estos aviones también hacen unas vigilancias, a cualquier hora, y llevan incorporados sensores que detectan si un barco está echando algún producto al mar. Incluso te dan el área del vertido, y el espesor, y nos lo mandan. Esos datos los metemos en una aplicación para determinar la deriva de esa mancha, y así poder predecir dónde va a terminar, y lo integramos con el AIS. Muchas veces podemos identificar qué barco ha sido. Incluso hay satélites que detectan estos vertidos...”.
Fernando habla de otro programa de búsqueda de personas y barcos en la mar. “Cuando recibimos la noticia de una desaparición, por ejemplo, recabamos toda la información posible de esa embarcación o persona, la introducimos en esa aplicación, y obtenemos finalmente una posible área de búsqueda. Incluso, el programa nos ayuda a rastrear esa zona con medios aéreos o marítimos...”.
¿Y el futuro?, ¿por dónde irá la tecnología en este sector? Fernando reflexiona. “Ya hay un plan para hacer la búsqueda en la mar mediante drones”, dice. “Mandas un barco a la zona de búsqueda para el rescate, mientras un operador especializado programa el dron para localizar a la persona o la embarcación en problemas con su cámara...”.
Proteger el Cabo de Gata
“Es como una autovía, con una vía de circulación para los barcos que van para Levante, y otra para los que van para Poniente”, explica Fernando Romera cuando le preguntamos por su labor como controlador del tráfico marítimo.
“Y con una mediana, digamos, llamada Zona de Separación de Tráfico, para ordenar ambos sentidos. El control de todos los barcos que pasan por toda esta zona, que es muy amplia, lo tenemos nosotros”. “Y para ello tenemos un radar aquí, en la torre, y otro en Cabo de Gata. La señal de este último viene a través de unos radio-enlaces hasta aquí, y así tenemos siempre visibilidad de ese dispositivo de separación de tráfico, y si los barcos pasan por donde tienen que pasar”.
Esto les permite alejar el tráfico del Cabo de Gata, “pues este es un Parque Natural, muy sensible, y por aquí pasan miles de barcos, y con mercancías peligrosas”, añade. “Petróleo, gases licuados, productos químicos… Y cualquier accidente supone un riesgo muy grande para la zona”.
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