Tatuarse a partir de los 50 ya no es tabú: el cambio de hábito tras la pandemia

Tatuadores almerienses notan un incremento a partir de los 50 años motivados por la pandemia

José David Arqueros, tatuador del estudio 808 Gang Tatto
José David Arqueros, tatuador del estudio 808 Gang Tatto La Voz
Miguel Delgado
14:32 • 25 oct. 2021

Tatuarse la piel hunde sus primeras raíces en la historia de civilizaciones anteriores a la nuestra. A pesar de que todavía existen ciertos prejuicios a su alrededor, esta práctica es cada vez más común entre hombres y mujeres de todas las edades. La sociedad, en términos generales, suele relacionar los tatuajes a personas jóvenes. Lo que no sabíamos hasta ahora es que la pandemia ha creado un contexto, hasta ahora no tan palpable, para que personas a partir de los cincuenta años se hayan atrevido a romper los estereotipos y sumar a su piel dibujos, frases o nombre de personas que están asociadas a la Covid-19.



En números generales, los centros de tatuajes de la capital almeriense han notado un incremento a raíz de la pandemia, según han confirmado los tatuadores consultados por LA VOZ. Un aumento que sitúan en el período de tiempo que coincide con la primera flexibilización de medidas sanitarias, producida a comienzos del verano del año pasado. “Cuando se acabaron las restricciones y la gente pudo salir de nuevo a la calle, hubo un una solicitud masiva de citas”, señala el tatuador José David Arqueros. Se trataba de personas cuyas citas quedaron suspensas desde el mes de marzo cuando se decretó el Estado de Alarma. Sin embargo, había otro porcentaje de personas con nueva citación, en muchos casos, la primera de su vida.






Los “chiquitatus”, es decir, los tatuajes de menor tamaño y más comerciales, fueron los reales protagonistas de este ascenso. Después de pasar varios meses confinados en casa, sin contar con la rutina prepandémica, muchas personas planificaron en esos momentos lo que harían en su regreso a la normalidad. Algunos vecinos lo tenían claro, querían marcar eternamente su piel con un tatuaje. Las determinaciones que llevan a una persona a decantarse por este arte es muy variado, “hay familias que se han tatuado un motivo común” indica José María Molina, encargado del centro de tatuajes Inkbro, que también reconoce que “hemos notado un aumento en los tatuajes de amistad entre grupos de amigos que dejaron de verse o en personas que han sufrido la pérdida de familiares por la Covid-19”.



Cambio de mentalidad



La pandemia ha modificado el enfoque de muchas personas a la hora de enfrentarse al día a día. Y no faltan los motivos, hay vecinos que han experimentado situaciones extremas a las que sólo han podido hacer frente gracias a la improvisación. Sin embargo, también hay personas que han perdido familiares a causa de esta grave enfermedad, o su negocio, o sus estudios, o su viaje, o su casa. Según se percibe desde los estudios de tatuajes, estas causas son suficientes para que mucha gente se acerque a ellos buscando una nueva forma de enfrentarse a la vida o tras un cambio de mentalidad tras los meses más difíciles de la pandemia. Está claro que hay personas que lo han pasado mal en estos meses y como consecuencia, han instalado el carpe diem en sus vidas. A raíz de esta situación, “hay muchas personas que a partir de los cincuenta años se están tatuando”, identifica el encargado del estudio Inkbro. Algo que contrasta con el argumento del responsable del estudio 808 Gang Tatoo, quien manifiesta que el pensamiento de la gente “está más centrado en el presente”, dado que “no se sabe lo que va a pasar mañana”.



Pero el cambio en la forma de pensar va más allá, y según coinciden los centros de tatuajes de la capital, los ahorros que una gran mayoría de almerienses no han podido gastar en la restauración o en disfrutar de un viaje a causas de las limitaciones sanitarias, han ido destinados a marcarse la piel con tinta para no olvidar lo que ha supuesto la experiencia de estos meses de pandemia.





Con el tabú más superado que hace unos años, ahora la tarea pendiente es su normalización en los espacios de trabajo. Todavía hay empresas, como las aerolíneas o, incluso, la Guardia Civil, que obligan a sus trabajadores a ocultarlos, en la medida de lo posible, bajo los uniformes. A pesar de ello, el número de personas que eligen tatuarse grandes extensiones del cuerpo aumenta. El peso que ejercen los influencers en las diferentes plataformas sociales, como Instagram, es clave en esta práctica. “Deportistas, famosos o personas que trabajan en televisión” son un claro referente para la sociedad, según precisa Molina.


Además del tamaño también los hay de todos colores, motivos y gustos. Una costumbre milenaria que convive en nuestra sociedad posiblemente con el mayor acomodo y en un contexto que favorece su normalización. Sobre la dermis reposan los recuerdos y experiencias de las personas que lo eligen.





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