San Agustín vuelve con más luz al reabrir las puertas tras las obras

Tras unos intensos meses con las puertas cerradas por obras, la iglesia parroquial de San Agustín vuelve a abrir.

Lo hizo hace unas semanas y por todo lo alto: después de tener que abandonar el templo debido al inicio de las obras, la Hermandad del Silencio volvía con un traslado por el centro de la ciudad de la Santísima Virgen del Consuelo.

Pero no solo se había mudado la Hermandad del Consuelo, claro: toda una parroquia (y su vida) se iba desde San Agustín hasta el convento de las Claras durante aproximadamente cuatro meses.

Así, un sábado de octubre de 2021 la parroquia volvía a abrir sus puertas y un domingo regresaba la principal devoción de la parroquia de San Agustín: la Virgen del Consuelo.

Y es Ella, precisamente, la protagonista del principal cambio que se ha llevado a cabo en las obras acometidas en el templo parroquial. Al menos, el más visible: los devotos de la titular mariana del Silencio ya no encontrarán esta obra de Castillo Lastrucci al entrar al templo a mano izquierda (en el baptisterio, que ahora vuelve a ser el lugar dedicado al bautismo), sino que habrán de atravesar el templo para encontrar a la Virgen del Consuelo en el lugar en el que, hasta ahora, estaba el misterio del Descendimiento, que ahora se encuentra en un nuevo espacio situado en la nave lateral izquierda (según se mira al altar).

La Virgen del Consuelo se encuentra ahora en un altar hecho para acogerla por Jesús de Perceval y que en los últimos tiempos era el retablo utilizado por una de las imágenes de Coullaut Valera que procesionaran antaño.

Como último detalle, se ha incorporado en la capilla de la Virgen del Consuelo la obra presentada el pasado mes de mayo para anunciar  el 75 aniversario fundacional de la Hermandad: el cartel (que es mucho más que un cartel, ya que se trata de toda una obra de arte sacro en forma de tríptico) de Fernando Vaquero acompaña ya a la Virgen del Consuelo.

Más luz

Aunque aún le faltan algunos últimos retoques al templo parroquial de San Agustín, y más allá de ese relevante cambio en los espacios de la iglesia del barrio de Alfareros, lo cierto es que otro de los grandes cambios que se perciben nada más entrar al templo es la luz: sin lugar a dudas, la nueva pintura de los muros (e incluso el cambio de color en algunas partes de los pilares del crucero) hacen que el templo parroquial resulte mucho más luminoso para el visitante.

Pero hay mucho más: en el altar mayor se han cambiado partes fundamentales, como el ambón o la propia mesa del altar.

Además, se ha retranqueado los escalones para que el presbiterio sea un lugar más amplio, y también se ha recuperado el antiguo aspecto de la zona baja del propio altar, con imponentes losas de tonos oscuros.

Ahora, y tras esta mudanza obligada de la vida parroquial al convento de las Claras, la parroquia de San Agustín vuelve a latir con la fuerza de siempre: una amplia comunidad que ahora disfruta de su espacio central, la parroquia, con olor a pintura fresca y al serrín de las nuevas puertas del templo.

En el horizonte próximo, unas nuevas vidrieras para el templo y, sin lugar a dudas, otra de las grandes citas que espera la iglesia parroquial de San Agustín: el regreso del Señor de la Redención, que está siendo actualmente restaurado.

Todo ello, con el 75 aniversario de la Hermandad del Silencio como telón de fondo: los del Jueves Santo aún tienen por delante un buen puñado de actos repartidos a lo ancho y largo de la ciudad y que también tendrán como protagonista al recientemente reformado templo parroquial de San Agustín, que ya ha abierto sus puertas para recibir, con más luz que nunca, a todo el que quiera atravesar el atrio de la iglesia de la Rambla de Alfareros.