Hay imágenes que retratan toda una época. La que traigo hoy a El Lugarico tiene todos los atributos de la estampa romántica neoclásica y perfila los contornos de la familia almeriense de José Navarro Moner el día de su boda en 1935 con Paquita Pérez Gil, cuando él contaba 30 años de edad y la novia solo 17. La fotografía está tomada por el gran Alfonso en su estudio madrileño, al estilo de la moda de entonces y con esa pátina de autenticidad en la que el fotógrafo hacía también las veces de coreógrafo situando a los protagonistas y a sus segundos para componer una escena que quedaría definitivamente congelada para la posteridad. La insuperable calidad de la foto contiene todos esos ingredientes de preparación, iluminación, exposición y ¡todos quietos! Esta y otras muchas imágenes de la vida y actividades de los Navarro Moner se pueden contemplar en los Museos de Terque, donde su director Alejandro Buendía Muñoz las tiene expuestas con exquisito respeto a las costumbres y tradiciones de años pretéritos. Edita además un magnífico boletín en cuyo número 188, correspondiente a este mes de octubre, podemos ver buena parte de su colección y el relato que nos ha servido de fuente para este artículo.
José Navarro Moner había nacido en 1905 en Villarreal (Castellón), hoy doblemente renombrada por ser la cuna de los hermanos Roig: Fernando, presidente de Pamesa y del equipo de fútbol, y Juan creador de los supermercados Mercadona. A los quince años viaja por primera vez a Londres y hace sus primeros pinitos en la exportación de naranja. Algunos años después aparece en Almería atraído por las posibilidades de abrir canales comerciales a la uva, convencido de que sus características son idóneas para el embarque y largas travesías. Y comienza una aventura mercantil que a lo largo de cuatro décadas convertiría aquel incipiente negocio en un auténtico imperio que dio trabajo a cerca de seis mil personas en la provincia, creándose paralelamente una industria auxiliar de barrilería y trasporte, cuya resultante fue que su empresa J.N.M. S.A. sería pronto la mayor contribuyente a Hacienda de nuestra provincia. Y todo se gobierna desde sus oficinas en la calle Martínez Campos cerca de donde atracan los barcos que habrían de llevar el fruto de los parrales a las veinticinco agencias propias montadas por Navarro Moner en otras tantas capitales del mundo. Son años de expansión en los que su hijo Paco, nacido en Londres en 1937 durante el exilio de sus padres, despliega una frenética actividad en los pueblos comprando uva en parral y organizando naves de trabajo con cientos de mujeres y capataces para la limpieza y envasado del grano en aquellos inolvidables barriles de madera rellenos de serrín para preservar el transporte, no menos de cinco días a Inglaterra y hasta tres semanas a los puertos asiáticos.
Las nuevas leyes consecuencia del Plan de Estabilización de Ullastres, la mejora del transporte por carretera y ferrocarril con la llegada a los mercados de uva de otras calidades sin tan dura piel como la almeriense, indicaron el comienzo de una nueva época en la exportación y la decadencia de la de nuestro gran empresario que se vería abocado a vender sus sociedades a Trasfesa que exploraba ya las posibilidades para la exportación de los cultivos de invernadero. Alboreaban los años sesenta que traerían al Poniente almeriense la mayor era de prosperidad conocida en su historia. A José Navarro Moner y al virgitano Fermín Enciso Alcoba les debemos su espíritu emprendedor que puso la uva de Almería en los mercados de medio mundo. Pero el primer exportador de uva de Almería del que tenemos constancia fue Manuel Berjón Sánchez, natural de Canjáyar, que como consignatario de buques incidió también en ese negocio.
Tengo pendiente una visita a Terque para ver de la mano de Alejandro Buendía los Museos de los que él es su impulsor. El Etnográfico me atrae de manera especial porque en su panoplia de instrumentos, enseres, documentos y fotografías está representada al alma del tiempo pretérito perfecto de nuestra memoria antes de que la mecanización y las modernas técnicas agrícolas pasasen definitivamente la página de lo que fue el campo, sus artes y sus gentes. Por eso merece el aplauso general esta recuperación visual y literaria de lo que representó en Almería la empresa exportadora de la familia Navarro Moner, un auténtico pionero del comercio trasnacional en tiempos nada fáciles para las comunicaciones terrestres o marítimas, incluso las operaciones bancarias, si bien se contaba con un nivel de seriedad y compromiso en los negocios que bastaba con estrecharse la mano para que el trato fuese a misa.
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