Los desechos de las plantaciones de la marihuana se rinden sobre los cubos de basura de la calle Mar de Alborán. Tirados sobre la acera o amontonados en el cauce del Río Andarax. Agotados del uso. Vencidos. Tiestos y ramas, tubos de ventilación y puertas forradas, cajas y bolsas con los restos de una plantación recién cortada.
Y mientras cae la noche en El Puche, se encienden las velas y las linternas y el zumbido de los motores de gasolina se adueña de los sonidos de un barrio a oscuras. El transformador se ha vuelto a quemar y los vecinos llevan dos semanas en penumbra.
“Hemos estado dos semanas sin ver la luz, ni de día ni de noche. A mí me han dejado un motor y estos 14 días he pagado 120 euros de la pensión para tener luz. No da para mucho, solo para encender la televisión y el frigorífico, pero vivo sola y necesito el botón de teleasistencia”, explica María del Carmen (76 años de edad, 40 años en El Puche).
Crisis
El barrio sufre la peor crisis de suministro eléctrico. Los cultivos de marihuana provocan constantes cortes de luz y condenan a los vecinos a vivir en un barrio al que se le está poniendo la cara de gueto.
“Hemos tenido cortes constantes de electricidad durante los últimos cinco o seis años y así no se puede vivir”, lamenta Francisco (76 años de edad, 25 años en El Puche). “Sobrevivimos con linternas, llevando la ropa a la casa de un familiar o con motores, el que se lo pueda permitir”. Los vecinos viven entre la desesperación y la incertidumbre. “Cuando encendemos la lavadora, ponemos un programa corto porque nunca sabemos si va a terminar”, añade Francisco.
A su lado, Carmen (51 años de edad, 41 años en El Puche) habla de un desgaste diario. “Es una incertidumbre enorme. No puedes ver una película porque no sabes si vas a terminarla o poner la lavadora. Yo he podido comprar baterías y las llevo al negocio de mi hermano para cargarlas, pero hay gente que no puede permitírselo. Y luego nos llega el recibo de 80 euros, esto no es humano”.
No se trata solo de alimentar una bombilla o cargar el teléfono móvil. “He tirado más de 250 euros de comida”, recuerda María del Carmen.
“He tenido que tirar todo el frigorífico y no tengo ni para comer después de toda la vida trabajando”, se emociona Encarna (70 años de edad, 40 años en El Puche). “Pero lo que más duele es decirle a mis nietos que no vengan a casa de su abuela porque ni siquiera pueden ver los dibujos en la tele”.
La situación comienza a generar tensión entre los propios vecinos, en un barrio secuestrado por la marihuana, y también con los poderes públicos. En El Puche quien paga su recibo no entiende por qué no tiene suministro.
“Llevamos así ocho años y hemos estado veranos enteros sin luz, días tras día. Aquí todo el mundo se ha ido desentendiendo y hemos llegado a un punto sin retorno”, critica Carmen. “Estamos hartos y cualquier día esto explota”, afirma Francisco, visiblemente enfadado.
¿Operaciones?
Clara, la más joven de todos, pide una intervención urgente de las autoridades y llama la atención sobre otros procesos de regularización como el suministro de agua. “Hay que cumplir con todo el proceso desde el principio hasta el final”, señala en alusión a la normalización de los contratos y el servicio.
Hace dos semanas se produjo una concentración espontánea de los vecinos a la entrada del barrio. Cortaron la calle con contenedores y obligaron a acudir a la zona a la Policía Nacional, aunque no hubo incidentes.
Y no es la primera vez que pasa en el barrio. También se han sucedido episodios similares en La Chanca-Pescadería y en Los Almendros en Almería y en distintas zonas de la provincia, especialmente en localidades costeras del Poniente.
Según datos de Endesa, El Puche tiene un “77 por ciento de clientes sin contrato”. Técnicos de la compañía cambian tres veces al día los fusibles y han mejorado las líneas de baja tensión y los transformadores. Sin embargo, los apagones se siguen sucediendo.
La comisión contra los cortes de luz (Junta de Andalucía, Subdelegación del Gobierno, Ayuntamiento y Endesa) insiste en que el problema viene del cannabis, que parasita a los vecinos que legítimamente reclaman el servicio por el que pagan.
Sin embargo, en los últimos meses apenas se han reportado operaciones contra la marihuana en El Puche y ninguna a gran escala. A las reuniones de la comisión tampoco van jueces ni fiscales ni fuerzas de seguridad.
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